Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Escritos varios en los más remotos ángulos de la república; se extenderá el goce de las comodidades de la vida, y crecerá con ellas rá- pidamente la población. Habiendo hecho ver las ventajas que se han realizado, y pueden realizarse todavía, con el auxilio de este poderoso agente del hombre, trataremos ahora del medio que se ha adoptado y puede también adoptarse aquí para obtenerlas. Todos confesarán que el principio de vida que lo anima consiste en el espíritu de asociación, a que debe tantos be- neficios el mundo civilizado. Los esfuerzos individuales no han alcanzado nunca grandes objetos, a lo nienos objetos de interés general. Tanto en Europa, como en América, se han ejecutado casi todas las obras públicas por medio de compañías, y éste ~s el único arbitrio para llevarlas fácil- mente a cabo, pues en él se combina el bien de los individuos con el del público sin menoscabo del uno o del otro; y despertándose la emulación, se excita la actividad del alma para nuevos descubrimientos y nuevas asociaciones, en que se concilian de la misma manera los intereses de los indivi- duos y de la comunidad. El espíritu de asociación produce los más benéficos efectos sobre la sociedad humana, inspi- rando la mutua confianza, que es la base del crédito comer- cial, difundiendo las noticias y conocimientos, y dando nue- vas garantías a la seguridad de toda clase de propiedades. Si no fuese por él, ¿cuál sería el estado de la gran familia mercantil? ¿Quién arriesgaría sus bienes, enviándolos a los últimos confines de los mares, si las compañías de seguros no tomasen sobre sí el peligro? ¿Cómo establecería su cré- dito una gran nación marítima sin las asociaciones de ban- cos? ¿Cómo se construirían las obras públicas, los puentes y caminos nuevos, sino por este medio? El espíritu de aso- ciación ha establecido universidades y colegios, ha fomen- tado las artes y las letras, ha hermoseado las ciudades, vivifi- cado los campos y levantado asilos de beneficencia para los afligidos y menesterosos. A él debemos, en una palabra, toda 562

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