Cosmografía y otros escritos de divulgación científica
Escritos varios o al pajarillo para construir su artificioso nido, se les infun- dió cierta aptitud e instinto particular. Así el cocodrilo no bien sale de su huevo enterrado en el arenal ardiente, llega a ser tan perfecto y astuto como cualquiera de sus antepasa- dos o de su posteridad. ¡Cuán diferente la historia del hom- bre! Su entrada en el mundo es la del más endeble y desam- parado de los vivientes: este estado dura largo tiempo; y si sus padres le abandonan en aquella edad tierna, de modo que no aprenda sino lo que su experiencia individual le en- seña, como ha sucedido con algunos pocos que han crecido y llegado a la edad adulta en bosques y desiertos, queda inferior bajo muchos respectos a las más nobles especies de brutos. Echando la vista a los diversos puntos del globo, la historia representa a sus primeros habitantes sumidos en una ignorancia y barbarie que los hombres civilizados no pueden contemplar sin estremecerse. Pero aquellos países, ocupados antes por esparcidas tribus, que pudieran llamarse manadas de miserables salvajes, que apenas podían rechazar los ataques de las fieras, con quienes les era común la vi- vienda del bosque, o ponerse al abrigo de la intemperie, o proveer escasamente a sus primeras necesidades a costa de increíble fatiga, y que eran los unos para los otros más de temer que las mismas fieras, hostilizándose y destruyéndose con una crueldad, no ya de bárbaros, sino de caníbales; estos países son ahora mansión de muchos millones de hom- bres civilizados, que mantienen paz y amistad entre sí; y la yerma impenetrable selva se ha trasformado en campiñas fértiles, vistosos jardines y ciudades magníficas. El vigoroso entendimiento del hombre, con el instru- mento del lenguaje, es quien ha producido esta mutación asombrosa. Por medio del lenguaje los padres han legado a · los hijos su experiencia, y éstos a los nietos la suya propia, acumulada a la de sus padres; y cuando al cabo de muchas generaciones había crecido tanto aquel caudal precioso, que no bastaba a contenerle la memoria, nacieron la escritura y la imprenta, que fijaron e hicieron visible el lenguaje, y 534
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