Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

He aquí una de aquellas obras que desearíamos ver há- bilmente traducidas a nuestra lengua, y que nos parece muy a propósito para inspirar la afición al estudio de la natura- leza, dando a conocer sus leyes y los grandes descubrimien- tos que se han hecho en ella desde la edad de Bacon y de Galileo hasta nuestros días. El Dr. Arnott cree con mucha razón que las ciencias naturales, no menos por la influencia que tiene su cultivo sobre el espíritu, que por el inmenso y cada día mayor número e importancia de sus aplicaciones prácticas, deben formar uno de los principales ramos de educación general. ¡Cuánto más provechoso a la juventud es el conocimiento que puede adquirir en el gran libro de la naturaleza, tan bellamente compendiado y comentado por el Dr. Arnott, que el de las lenguas antiguas, o por me- jor decir, el latín solo, que consume tanto tiempo y trabajo en las universidades americanas, sin que apenas uno entre ciento saque el solo fruto que pudiera mirarse como una recompensa proporcionada, la inteligencia de los modelos de elocuencia y poesía que nos ha dejado la antigüedad! Es- tamos muy lejos de deprimir el estudio de la literatura clá- sica; pero quisiéramos se le considerase como un ramo de im- portancia secundaria, o como una especie de lujo literario, que el latín dejase de ser, como ha sido hasta ahora entre nosotros, la puerta de las ciencias, tratándose todas ellas (menos por supuesto las eclesiásticas) en el idioma patrio. La verdadera puerta de todas las ciencias y de todas las artes es el conocimiento de las leyes generales de la naturaleza in- telectual y corpórea. Nada más ameno ni más elegante que el modo con que 529

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