Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Cap. l. Primeras nociones de la tierr11 por dos puntos opuestos de la superficie terrestre; y el centro de la tierra es el punto en que todas las verticales se cruzan. Si el ojo espectador fuese un punto matemático situado en la llanura horizontal que parece extenderse hasta la es- fera celeste, el horizonte dividiría la esfera en dos porciones, la una visible, la otra interceptada por la tierra. Pero como esa suposición no es exacta, pues el ojo espectador está siem- pre más o menos elevado sobre la superficie horizontal, el círculo que le limita la vista del cielo no coincide con el ver- dadero horizonte o plano tangente que dejamos descrito. Por un efecto de la redondez de la tierra, hay siempre debajo del horizonte real una banda o zona celeste visible, cuyo límite inferior se llama horizonte sensible. El ancho de esa zona se llama depresión del horizonte; crece más y más a medida que se eleva el observador; y aun a pequeñas elevaciones es una cantidad apreciable, que puede medirse con instrumen- tos acomodados. El horizonte sensible abrazará también una porción tanto mayor de la superficie terrestre, cuanto más nos elevemos sobre ella; y sin embargo, el espacio que abrace nos parecerá menor y menor, porque se medirá por un ángulo cuyo ápice está en el ojo espectador, y cuyos lados, como las pier- nas de un compás, van acercándose más y más el uno al otro, a medida que nos elevamos. Esto se debe también a la esfericidad de la tierra; y podemos percibirlo, con buenos instrumentos, aun a pequeñas alturas. 3 La figura de la tierra se acerca mucho a la de una es- fera perfecta. Los montes que nos parecen dar una forma tan irregular a su superficie, son, respecto de su magnitud, como las pequeñas asperezas de la corteza de una naranja, comparadas con el tamaño de esta fruta. No hay en esto la menor exageración. La altura del Dhawalagiri, que perte- 9

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