Cosmografía y otros escritos de divulgación científica
Clima de la América del Sur bosques ostentan por todas partes su imponente majestad. Sigamos al capitán Hall en su incursión en las cordilleras, porque las observaciones sagaces de este viajero sirven para confirmar la exactitud de nuestra teoría. 'En Concepción, dice, se deleita la vista en terrenos de una vegetación brillante; en Valparaíso, empieza la varia- ción: las níontañas están cubiertas solamente de arbustos y de un pasto muy diseminado. El aspecto del distrito de Co- quimbo es generalmente triste y estéril: no se ven allí más que árboles espinosos y algunos retazos de un pasto pardus- co. En el Huasco no se encuentran casi vestigios de vegeta- ción; la campaña no presenta más que terrenos áridos'". Según esta exposición, es evidente que, si en esta parte del continente americano, los terrenos situados al oriente de los Andes son absolutamente áridos, es porque se encuentran fuera de la influencia directa de los vientos cargados de las emanaciones del océano, pues la naturaleza del terreno, a excepción de algunas pequeñas variaciones, es en todas par- tes la misma. No puede, pues, atribuirse más que a la falta de lluvias y nieblas la diferencia que existe en la atmósfera y productos de las dos regiones; y vamos a demostrarlo con una serie de observaciones. En Mendoza, en una extensión de 30 grados, llueve raras veces; y el terreno que sigue la base oriental de los Andes~ es conocido por su extrema aridez: no se ven allí más que algunos árboles achaparrados; el terreno es tan seco, que los torrentes que bajan de los Andes se pierden enteramente en el curso de algunas millas. Todos los lugares al sur de la Plata, expuestos sin cesar a una atmósfera de fuego, cuyo ardor no llegan jamás a templar las brisas del océano, están dominados por la mayor sequedad, aunque ciertos puntos sean refrescados por vientos del este y sudeste que ocasionan lluvias de borrasca bastante abundantes, mientras que, a una pequeña distancia del oeste, cerca de Atacama, el suelo, humedecido constantemente por lluvias y nieblas, es de una fertilidad notable. Estas observaciones, a las que podríamos 497
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