Cosmografía y otros escritos de divulgación científica
Sobre la Natur~leza¡ por Vire-y para esta fiesta nupcial de la naturaleza. ¡Qué de generacio- nes rejuvenecen la faz del mundo! ¡Qué de materia se orga- niza! ¡Oh amor, fuente de la vida! Tú hermoseas el aire que r~spiro, · las olas que oigo bramar a lo lejos, y la tierra que huello: yo te encuentro en la cima de los montes, en los vergeles del valle, y a la sombra de la hojosa floresta; por ti las grietas de las rocas se coronan de flores; tú conviertes en melodiosos conciertos el silencio del bosque. Mas en los climas ardientes es donde la naturaleza hace alarde de toda su magnificencia. ¡Qué de inªgotables producciones bajo· el cielo de los trópicos, y qué tristes páramos en las regio- nes polares! Cuando la noche tiende su oscuro velo sobre la tierra, y. el silencio, bajando de las estrellas, derrama un blando le- targo sobre los animales y las plantas, el naturalista con- templativo, que medita en la soledad, oye el graznido fúne- bre del buho; el tronco cavernoso de las encinas parece re- petir los sordos murmurios de los espíritus, el rumor de los tiempos que fueron; los animales nocturnos salen en- tonces de sus manidas; el murciélago revolotea; los pene- trantes ojos del lince resplandecen en la oscuridad; el ano- lí 1 s!lba en las ramas; tropas de cangrejos suben del seno de los mares, y vienen a pastar por la playa. Al través de los negros abetos, la luna se refleja en las peñas, que bañadas de su pálida lumbre, semejan fantasmas de la noche. Musgosas piedras repiten los gemidos de la fuente; las amapolas re- clinan sus cabezas bermejas. La tierra enmudece; los vien- tos duermen; ya sólo se oye a lo lejos la flauta quejumbrosa de los pastores. . ¡Cuántas otras escenas se nos presentan bajo diversos climas! Ved esos yermos abrasados del África, esos mares de arena desnuda, en que el viajero sediento suspira en vano por la sombra del bosque, y por el cristal de la fuente. Acá l Lagartos de América, de que Cuvier ha formado su género tmoliiu; rfl)retentan en el Nuevo Mundo los camaleones del Antiguo, a quien exceden en la facilidad de mudar colores; y la mayor parte tienen una gran papera o coto, que se les hincha y pone de color rojo, cuando están irritados. (NOTA DE BEu.o). 397
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