Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Naturaleza Americana hace sino para inmolarlos después a otros seres, a quienes ha inspirado un instinto atroz de sangre y de carnicería? Ella dice al tigre: "ve a devorar al corderillo inocente: te doy dientes y garras para que lo descuartices vivo; tú te llenarás de una horrible delicia al desmenuzar sus carnes palpitantes y al airancarle el corazón". ¿Así, pues, la naturaleza no formó estas mansas y pacíficas criaturas, sino para que termina- sen tan dolorosamente la breve carrera de su existencia? · ¡Qué lección para el hombre, y qué bien ha sabido aprove- charse de ella, aun contra sus semejantes! Pero estas rigorosas leyes eran necesarias, pues ningún ente podía subsistir sin alimentarse de otros, ni gozar de la vida sin pagar tributo a la muerte. Y pues todo cuanto vive debe experimentar este destino, el tiempo que toca en suer- te a cada viviente es de poca importancia en el plan de la naturaleza. Se da la muerte y se recibe, como se da y se re- cibe la vida; aquélla es el precio necesario de ésta. Así todo se eslabona y circula. Si el tigre mata al cordero, a él tam- bién le llegará su turno de perecer, víctima de las iras de otros animales, o carcomido por la vejez enojosa. El ser que padece es el único que puede gozar; la sensibilidad es una prenda que nos hace igualmente accesibles al placer y al do-- lor; y la beneficencia de la naturaleza resplandece en la liberalidad con que ha derramado la salud, la esperanza y la alegría. Cada viviente está coordinado para los otros vivientes y cada especie para los climas, elementos y estaciones en que existe. El camello está en relación con los áridos desiertos que la naturaleza le asignó por morada. Es sobrio, y sus fauces callosas se conformaron para las yerbas saladas y es- pinosas que huella. Tiene cuatro estómagos, como los otros rumiantes y además una bolsa donde carga el agua, con que templa la sed en el abrasado Sahara. Sus anchos y es- ponjados pies se apoyan sobre la arena sin dolor ni fatiga; los callos del pecho y de las rodillas le sirven como de cojines cuando se recuesta en la tierra. ¿Por qué los animales del 394

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