Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

N11t"raleza Amnic11M sube a la cumbre de la vida sino para bajar otra vez al profundo de la muerte; porque no sólo es ésta el resultado necesario de aquélla, sino su cuna, su apoyo y sustento, Las máquinas organizadas no pueden repararse sino con frag- men~os de órganos. Los animales que devoramos se trans- forman en nuestra propia carne; cuando muramos noso- tros, nuestros cuerpos suministrarán alimentos a otros en- tes. Somos inmolados a las generaciones futuras, como las generaciones pasadas lo fueron a nosotros, pues estamos compuestos de sus despojos. La multiplicación de los entes supone, pues, su destruc- ción: ambas entraron en el plan de la naturaleza. Si nada hubiese limitado la fecundidad en el pez o el insecto, que pulula por milJares, o en el árbol y la yerba, que derraman con tanta prodigalidad su semilla, el globo se vería presto enjambrado de criaturas, que no podrían vivir, porque no podrían destruirse mutuamente para alimentarse unas de otras. Así cuanto más débil y perecedero es un ser, más fe- cundo lo ha hecho la naturaleza; tales son los animalejos y yerbazuelas que hol1amos, y que en el sistema del mundo están destinados para pasto diario de las especies robustas. De este modo se establece una jerarquía natural entre los seres vivientes. La tierra o suelo es la común matriz de que han germinado todas las producciones vegetales y sensitivas. Los hongos, algas, líquenes y musgos, son como la po- blación primitiva, los colonos que preparan el terreno: vienen luego las plantas cereales, comparables a los labra- dores, y tras éstas las yerbas de flores brillantes, las liliáceas, las labiadas, las jazmíneas; sucesivamente se elevan los ár- boles, nobleza orgullosa, magnates del reino vegetal; y en medio de éstos descueHan las altas cabezas de las palmas, coronadas de hojas y de racimos, como princesas y reinas de las innumerables naciones de plantas y de flores. Los ani- males herbívoros, apareciendo ahora, refrenan la lozanía y exuberancia vegetal; unos desentierran las raíces, otros se regalan con los cogollos y hojas; los más delicados se man• 392

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