Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Naturaleza Americana al cocodrilo, abandonado de sus padres desde antes de salir del huevo, el modo de espiar a los otros animales, inmóvil y cubierto de cieno, como un tronco podrido? Las manio- bras del menor insecto, tan hábil desde su nacimiento como los individuos que le dieron el ser, la estructura y desarrollo de un hongo, bastan para confundir al filósofo, y para convencerle de la existencia de una causa infinitamente sabia y poderosa. ¡Qué débil es el entendimiento humano, si un gusanillo le abruma! Pero no basta contar todos los músculos y los nervios de un animal ni pararnos en los re- sultados exteriores de la mecánica viviente. ¿Quién nos revelará los misterios de la vida de una sola fibra? ¿Cómo es capaz la materia de sentir dolor? ¿Cómo puede la vo- lición mover el brazo? ¿Quién trasforma este pan en una carne animada y sensible? ¿Qué sustancia es aquella que en el animal, quiere, obra, escoge, resuelve? ¿De dónde emana este sentimiento ciego, este impetuoso instinto de amor, que se enciende en todo lo que respira? ¿Qué es el arcano impenetrable de la generación? Estas maravillas se renue- van cada instante a nuestra vista; la costumbre de verlas es lo que nos hace indiferentes a ellas. Cuando los astrónomos nos muestran en el telescopio los soles lejanos, y la inmensidad de los cielos, quedamos estupefactos y pasmados, como si viésemos a Dios mismo en la magnificencia de sus obras. Pero si el naturalista va- lido del microscopio, nos hace bajar a otro universo no menos admirable por su pequeñez que el primero por su grandeza, nos hallamos como suspensos entre estos dos abis- mos de lo máximo y lo mínimo de extensión casi infinita, y de exigüidad apenas perceptible. Newton y Huy~hens prueban la existencia de Dios con soles y mundos; Swam- merdam y Réaumur la demuestran en los mosquitos y gu- sanillos. Intérnense en el templo de la natura'1eza los que niegan una providencia eterna, y la verán velar sobre la producción y la vida del más sutil insecto, no menos que sobre la carrera de los astros. ¡Qué mezquinos conceptos 390

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