Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Sobre la Naturaleza, por Virey de canales, poros, articulaciones y ramificaciones! ¡Qué mecanismo, en fin, tan delicado y tan incomprensible! El musgo como la palma, el mosquito como la ballena, ¿no tienen por ventura órganos dispuestos con un arte y una previsión asombrosa? ¿No vemos acción mutua y corres- pondencia entre todas sus partes? ¿No descubrirnos iguales relaciones entre cada ser or- ganizado y las sustancias que lo rodean? Las raíces están evidentemente formadas para chupar los jugos de la tierra; las hojas para exhalar y aspirar gases; los pistilos para em- beber el polen; los estambres para producirle y lanzarle. En los animales la boca, los dientes, los ojos, las orejas, los miembros, el estómago, los órganos sexuales, están en tan exacta y tan necesaria relación con las necesidades de cada ser, que no pudieran trasladarse a otro alguno, sin un com- pleto trastorno de toda su constitución. Todo está ligado entre sí, cada parte necesita las otras. ¿Pudo el acaso cons- truir dos máquinas con tan perfecta correspondencia, que de su comercio resultasen otras máquinas de la misma es- pecie? ¿Pudo el acaso haber repetido este prodigio en tan- tas y tan varias especies de animales y plantas? ¿Pues qué diremos de los instintos? ¿De quién aprendieron el castor, la abeja, y la hormiga, la sabia política de sus repúblicas? ¿De quién aprendió la hormiga-león 1 a excavar su tolva en la arena para sorprender en ella su presa? ¿De quién la perdiz a contrahacer la coja, y exponer su propia vida, para sustraer sus polluelos a la persecución del cazador? ¿Quién enseñó 1 M;yrmelton f<JTmic11ri11s, linn. La larva de este iMecto tiene seis patitas, y sin embargo anda lentamente, y casi siempre hacia at rás, por lo cual le es nece- urio valerse de industria para coger otros animales, con qué alimentarse; lo que h ace de este modo. Llegada al lugar donde quiere establecerse, pónese a andar hacia atrás, describiendo líneas espirales cada vez menore$, y al mismo t iempo SI! carga la cabeza de arena con una de las patas delanteras, y la avienta a lo lejos, así forma en el suelo, en el espacio de media hora, o poco más, un hoyo en forma de embudo, y ocultándose en el fondo, aguarda que caiga un insect o en este pr~cipicio; entonces descarga sobre él con la cabeza y mandíbulas una lluvia de arena; atúrdele de este modo, le arrastra a su guarida, y después que le ha chupado a su sabor, arroja lejos de si el cadáver . (Cuvier). (NOTA DB BELLO). 389

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