Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Naturaleza AmericaM de la Atlántida, será borrada de la memoria del género humano. Si penetramos en lo interior de la tierra, veremos combinarse los metales, conglutinarse las sales y piedras, y nacer las formas geométricas de los cristales; contempla- remos las ramificaciones de los veneros metálicos; las co- lumnas trasparentes en que se levantan la esmeralda, el topacio y el cristal de roca; las capas formadas pór los eschistos y mármoles; y los brillantes grupos cristalinos de los espatos. Veremos al agua acarrear las tierras y filtrarse en manantiales perennes; veremos henderse las rocas en grutas oscuras, y concretarse los jugos pedregosos en esta- lactitas: oiremos la estrepitosa detonación de los efluvios y gases. Más allá, los azufres y piritas encienden las-hogueras volcánicas; sus cráteres vomitan lavas ardientes, y arrojan al cielo una lluvia espesa de ceniza, piedra pómez y humo; la tierra se estremece en torno, y parece que va a rasgarse hasta su cenlro: el mar brama, y ve brotar de sus abismos nuevas islas, que alzan sus cabezas fumantes sobre las ondas. Los reinos vegetal y animal nos presentan otros fe- nómenos. Si en el menor insecto hallamos ojos a propósito para percibir la luz, un estómago para digerir, intestinos para extraer el quilo nutricio, miembros provistos de co- yunturas, músculos, y nervios para el movimiento volun- tario, órganos masculinos y femeninos para la conservación de la especie, trompa o mandíbulas apropiadas a cada gé- nero de alimento, instinto, costumbres, y una pequeña porción de inteligencia, como en todos los otros animales; ¿será posible suponer que una organización tan primorosa es obra del acaso? Si al través de nuestra piel percibiésemos el artificio maravilloso de nuestro cuerpo, y los finísimos muelles de que se compone, nos llenaríamos de pavor, te- miendo hacernos pedazos al menor movimiento. ¡Qué de huesos, vasos, fibras, tendones, membranas! ¡Qué de glán- dulas, vísceras y humores! ¡Qué de tejidos diversos! ¡Qué 388

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