Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Naturaleza. American11 ven a hundirse en los abismos de los cielos. La armonía rei- na entre todos estos orbes desde el origen de los tiempos; todos ellos publican en su carrera silenciosa las alabanzas de su eterno hacedor. ¡Qué incomprensible es aquel que lai1zó los mundos en las profundidades del infinito! ¡Qué es el débil entendimiento del hombre al lado de esta masa del universo, y delante de este ser todopoderoso, que puede de una sola mirada desmoronarla en menudos átomos, o restituirla a la nada! Mas limitándonos a la tierra, hallaremos en ella objetos no menos dignos de nuestro estudio. La atmósfera que arro- pa el globo, las tempestades, el trueno amenazador y eJ rayo que alteran la serenidad de los aires, los volcanes que alzan sus cabezas inflamadas sacudiendo y despedazando continentes enteros, ese vasto océano que muge al embate de las tormentas, esos ríos viajadores que riegan y fertili- zan nuestras campiñas, esos sitios, paisajes y climas tan pro- digiosamente variados, esos ricos minerales que se cuajan en el seno de la tierra; ¿no forman un espectáculo a todas luces interesante? Pero aún hay objetos más útiles y pre~ ciosos para nosotros. Tal es el opulento reino vegetal, que cubre la tierra de bosques, mieses y flores; tal el maravillo- so reino animal, que vivifica la escena del mundo con sus juegos y amores; que puebla el aire de cantores alados, el suelo de robustos cuadrúpedos, compañeros de nuestros trabajos o adecuados para nuestro alimento, y el agua de mil fecundísimas legiones de peces. ¡Qué inagotable y mag- nífico patrimonio para el hombre, rey de la tierra, si su- piera gozar en paz de su dicha! Subamos a la cumbre de un monte. Un vasto horizonte se despliega alrededor de nosotros, y va a confundirse con el azul pabellón del cielo; selvas sombrías, manida de las fieras, campos floridos, verdes dehesas, tapizan el globo terrestre. A lo lejos se divisan las esparcidas habitaciones de los labradores, la quinta deliciosa del rico, la choza del po- bre, el humo de las ciudades: allá se extienden llanuras re- 386

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=