Cosmografía y otros escritos de divulgación científica
La historia de la naturaleza, o física general, conside- rada en todos sus ramos, se compone de vastos e innume- rables objetos. Todo lo que podemos conocer en este mundo no es más qu~ la superficie de las cosas que tienen relación con nosotros; y los mayores esfuerzos del entendi- miento se puede decir que son la medida de nuestra debi- lidad, cuando le comparamos con el universo. Contemple- mos esa bóveda celeste tachonada de astros, esos espacios aéreos en que vagan las tempestades, esos campos alfom- brados de verdor y cubiertos de animales, esas móviles lla- nuras de los mares, esos montes que levantan sobre la tierra sus cimas vestidas de selvas; y aún no formaremos más que una escasa y mezquina idea de la naturaleza. Las entrañas de la tierra, los abismos del océano, el velo azul del cielo, nos esconden sus más magníficos tesoros; los secretos mue- lles que vivifican a los entes, se ocultan al conocimiento humano; agentes invisibles dirigen los movimientos del mundo, y presiden a sus incesantes revoluciones; y en el seno de estos vaivenes y mudanzas eternas, la naturaleza subsiste inalterable, alimentándose de su propia inconstan- cia. Contemporánea de todos los siglos, derrama por todas partes la abundancia y la vida. Su mano poderosa siega los entes, los sumerge en las tinieblas de la muerte, y los saca de nuevo a brillar en la escena del mundo. ¿ Y qué es la naturaleza misma sino el brazo del Todo- poderoso, el ministro de su voluntad soberana, la parte de la divinidad que se revela a nosotros en la existencia de las cosas criadas? Penetrado de respeto a vista de sus obras, el hombre se eleva al Ente Creador, y admira absorto las 383
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