Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Naturaleza Americana para cada flecha. Hay curare de raíz, y curare de bejuco: el que vimos preparar, fue este segundo, que es mucho más activo y se vende a mucho más alto precio. uA orillas del Orinoco, es raro que se coma gallina que no haya sido muerta por la hincadura de una flecha enher- bolada, operación que se cree da un sabor delicado a la car- ne. Lo mismo se hace con las pavas de monte, los hocos o paujíes (alector), los cerdos y báquiras (dicotyles), las iguanas, los monos y peces. uEI interés con que nosotros contemplábamos aquella operación\ llenó de gran complacencia a nuestro indio, y le dio tan alta idea de nuestra inteligencia, que no dudó supié- semos hacer jabón, arte que (después del de hacer curare) le parecía la más bella invención del espíritu humano. Guar- dado el curare en los vasos destinados a recibirle, fuimos a ver la fiesta de las Juvias, que se celebraba con danzas y con la más salvaje embriaguez. El caney o cabaña de reunión presentaba un espectáculo verdaderamente extraño; no se veía mesa ni banco; había sí arrimados simétricamente a las paredes monos asados, cuyas actitudes, por la semejanza que tienen con las de nuestra especie, no podían menos de causar una impresión desagradable a todo hombre civilizado. Al ver a los indios devorar el brazo o la pierna de un mono, ocurre la idea de que este hábito de alimentarse de anima- les tan semejantes al hombre, ha debido disminuir hasta cier- to punto el horror de los banquetes de carne humana entre las tribus salvajes. La carne de estos cuadrumanos es en ex- tremo magra y enjuta. "La danza carecía de vivacidad y gracia; tant~· más, cuanto las mujeres no se atrevían a mezclarse en ella. Re- ducíase a tenerse por las manos en rueda, ya columpiándose sin mudar de sitio, ya dando vueltas a derecha y a izquierda con gravedad silenciosa, al son de una cañas o carrizos de diferente tamaño que, atados entre sí, semejaban a la flauta de Pan, cual la hallamos representada en procesiones bá- quicas sobre los vasos de la Magna Grecia. Los griegos decían 326

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=