Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Versiones Je Humboldt distancia uno de otro, dividiendo las misiones del bajo Ori- noco, situadas entre su embocadura y el raudal de Atures, de las del alto Orinoco que se hallan entre el raudal de Mai- pures y el cerro del Duida. El curso del bajo Orinoco, ava- luando las sinuosidades en 1/3 de la distancia recta, es de 260 leguas marinas; y el del alto Orinoco, suponiendo sus fuentes tres grados al este del Duida, se puede estimar en 167 leguas. El Orinoco forma en el raudal de Atures un arco abier- to al SE., que abraza unas bellas praderas, en que está la mi- sión de San Juan Nepomuceno de los Atures, fundada por el padre Francisco González, jesuita, en 1_748; a 5º38' la- titud y 70°19' longitud (oeste de París) . Es el último de los establecimientos fundados por la Compañía; los del Ataba- po, Casiquiare, y Río Negro fueron obra de los franciscanos observantes. Esta aldea, que a la época de la expedición de Solano conservaba 520 habitantes, ya sólo tenía 47. Sus pri- meros pobladores fueron principalmente de las tribus ature y maipure; los actuales eran guahivos y macos. Los atures pertenecían, como los macos, a la gran raza saliva; los mai- pures_ y guaipunabis, a la caberes o cabres, célebres por sus guerras contra la nación caribe. El Orinoco, que entre los 4 ° y 8° de latitud separa los grandes bosques de la Parima de las sabanas del Apure, Meta y Guaviare, forma también la frontera entre tribus de costumbres diferentísimas. Al oeste vagan por llanos inmensos desnudos de árboles, los guahivos, chiricoas y guamos, pueblos asquerosos, pero en- greídos de su salvaje independencia, y difíciles de habituar a domicilio fijo y regularidad de vida. Los misioneros los caracterizan llamándolos indios fifaneros o andantes. Al este, entre las fuentes del Cauca, Cataniapo y Ventuari, viven los macos, salivas, curacicanas, parecas y maquiritares, pueblos mansos, sosegados, dados a la agricultura y fáciles de redu- cir a la disciplina de las misiones. El indio llanero se dife- re~cia del indio montero, no menos en la lengua que en las costumbres y en las disposiciones intelectuales: uno y otro 315

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