Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Naturale%a America114 8,000 frutos, la mayor parte de los cuales cae sin madurar. Los frutos son pequeñas drupas carnosas. Sumergidos por algunos minutos en agua caliente, se separa la nuez de la pulpa, que tiene un gusto azucarado, y se pila y muele en una gran vasija llena de agua. La infusión fría da un licor amarillento, que sabe a leche de almendras, y a la que se añade a veces un poco de papelón o azúcar bruto. Los in- dios engordan visiblemente durante los dos o tres meses que se alimentan de este licor, remojando en él su casabe. Los j,iaches van al bosque a tocar el botuto o trompeta sa- grada para obligar a las palmas a darles una abundante co- secha, operación que les paga el pueblo, como entre los mongoles, moros y otras naciones menos distantes se pagan los conjuros y palabras místicas de que se sirven los sacer:.. dotes para ahuyentar los insectos dañinos o invertir el or- den de las estaciones. Hay en esta misión (si es que existe todavía) una fá- brica de alfarería grosera, especie de industria propia de la gran familia de los maipures, y cultivada entre ellos de tiempo inmemorial. Cavando la tierra en estos bosques, le- jos de toda habitación humana, ·se encuentran pedazos de vasijas de barro y de loza pintada; y aun por las reliquias que aparecen a las orillas del río Jila, entre las ruinas de una ciudad azteca, en los Estados Unidos del Norte, cerca de los túmulos de los indios maimis, en la Florida, y donde quiera que se hallan vestigios de antigua civilización, se echa de ver que este gusto ha sido común a los pueblos indíge- nas de las dos Américas. Pasado el raudal o catarata de los Guaharivos, que se halla un poco más adelante, la isla y conflue_ncia del río •Tomo, que entra en el Orinoco por la banda de oeste, y el · raudal de Garcita, fácil de remontar en las crecientes, se llega al puerto de la expedición, en la ribera oriental, no lejos de la célebre caverna de Ataruipe, sepultura de una tribu que ya no existe. Trépase con dificultad, y no sin peligro, un risco de granito desnudo, desde cuya cima se 310

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