Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Versiones de Humboldt Nada puede compararse con la sensación de majestuosa tranquilidad, que el aspecto del firmamento inspira en esta región solitaria. Tendiendo la vista, al cerrar la noche, sobre aquellas sabanas terminadas por el horizonte, sobre aquellos llanos, cubiertos de verdor, y suavemente ondeados, nos pa- recía ver a lo lejos, como en los desiertos del Orinoco, la estrellada bóveda del cielo apoyada sobre la superficie del océano. El árbol, bajo el cual estábamos reclinados, los in- sectos luminosos que atravesaban el aire, las constelaciones que resplandecían hacia el sur, ·todo en fin nos decía, que estábamos distantes de nuestro suelo natal. Cuando entre esta naturaleza exótica, el cencerro de una vaca, el mugido de un toro, se oía desde lo profundo de un valle, el sonido despertaba súbitamente la memoria de nuestra patria, como voces lejanas que nos llamaban desde el otro lado del Atlán- tico, y cuyo mágico poder nos trasportaba de un hemisferio al otro. ¡Maravillosa movilidad de la imaginación del hom- bre, eterna fuente de nuestros placeres y de nuestros pe- sares! Con el fresco de la mañana empezamos a trepar el Tu- miriquiri. Así se llama la cumbre del Cocollar, que con el Bergantín, forma una sola masa de montes, que los habi- tantes llaman la Sierra de los Tageres. A la altura de 700 toesas, o algo más, el Cocollar está cubierto solamente de plantas gramíneas. Esta faja de césped empieza a la altura de 3 50 toesas sobre el nivel del mar, y en algunas partes se eleva hasta mil toesas. Más allá encontramos entre picos casi inaccesibles al hombre un pequeño bosque de cedrela, jabillo 1 y caoba; circunstancia que me hizo creer que la falta de árboles proviene de la costumbre destructiva de in- cendiar las selvas para convertirlas en tierras de pasto. Cuan- 1 Hura crtpitans, de la ÍJmilia de los Euphorbios. Su tronco es tan grande, que 1· 1/lr. BoNPUND midió una canoa de jabillo, que tenía catorce pies de largo, y ocho de ancho. E~tas canoas, hechas de una sola pieza, sirven para contener el guarapo, o jugo de la caña de azúc,r, y el melado. Las semillas de este árbol son un veneno activo, y la leche que brcta de los pecíolos produce inflamación en lo, ojos, si la más pequeña gota Jlega a penetrar entre los párpados. Llámase en otras partes habilla. (NOTA DE HUMBOLDT). 291

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