Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Es célebre entre los físicos y mineralogistas la gran masa de hierro nativo que existe en el Chaco, a 70 leguas de San- tiago del Estero, y que dieron a conocer en Europa don Mi- guel Rubín de Celis y don Pedro Cerviño, que la examina- ron en 1783 por orden del rey. Habiendo salido de aquella ciudad, cuya posición determinaron a la latitud de 27º 47'42", y dirigiéndose en línea recta por el rumbo norte 85º al este, conducidos por algunos habitantes del país, la hallaron a la distancia referida, después de haber atravesa- do llanuras continuas, sin que se les ofreciese a la vista una sola piedra, que es lo que sucede en toda la extensión del Chaco. Se sabe por el diario de Celis y Cerviño que el hierro está colocado horizontalmente sobre una superficie arcillo- sa y desnuda, como se ha dicho, de piedras; y que no está hundido en la tierra, de lo que se aseguraron haciendo una excavación lateral. Este hierro es puro, flexible, maleable en la fragua, obediente a la lima, pero al mismo tiempo durí- simo, y encierra mucho zinc, y por esta razón se conserva en un ser, resistiendo a todas las intemperies del aire. Aun- que su superficie presenta desigualdades, y se echa de ver que se le han cortado grandes pedazos, sus dimensiones son (o eran a lo menos en 1783) las que siguen: longitud 117 pulgadas castellanas; anchura, 72; grosor, 54; volumen, por consiguiente, 454 896 pulgadas cúbicas. El origen de esta masa de hierro nativo en semejante situación había parecido un fenómeno inexplicable, aunque no único. Pallas encontró en Siberia, sobre la cumbre de un monte vecino al caudaloso río Yenisei, en la cordillera Kemir, una masa enorme del mismo metal, del peso de 223

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