Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Cosmografía vil, son de una complicación extremada. La tierra es un glo- bo cuyo radio no llega a •siete millones de metros; el sol es incomparablemente más grande. Si el centro de este astro coincidiese con ~1 de la tierra su volumen abrazaría toda la órbita de la luna y se extendería casi otro tanto más. ¿No es mucho más sencillo dar a nuestro globo una rotación, indicada ya por otros fenómenos, que figurarnos la masa inmensa del sol describiendo en veinticuatro horas una circunfer~ncia de más de 200 millones de leguas? ¿Qué fuerza enorme no se necesitaría para contener la materia de que se compone y contrarrestar su fuerza centrífuga? Pero eso es nada todavía. Sería preciso dar movimientos semejantes a todos los planetas, a todos los cometas, a todos los satélites; movimientos exactamente proporcionados a sus distancias, como si se hubiesen concertado al intento. Y lo que aun es más, sería menester extenderlos a las innumera- bles legiones de estrellas, de que está sembrado el cielo: todos estos cuerpos, cuya distancia es tan grande que apenas la imaginación la concibe, darían cada día una vuelta com- pleta alrededor de un átomo imperceptible con una regu- laridad inexplicable y con una velocidad· a la cual ni aun la de la luz se aproximaría. El movimiento anual de la tierra se prueba por argu- mentos no menos poderosos. Primeramente, pues que todos los planetas, cometas y satélites giran alrededor del sol, ¿por qué principio singular la tierra sola estaría exenta de esa ley? En nuestro sistema planetario, los pequeños cuerpos giran siempre en torno a los grandes. " Según la tercera ley de Képler, los cuadrados de los tiempos de las revoluciones de los planetas en torno al sol, son proporcionales a los cubos de sus distancias medias. ¿Por qué la tierra sola, entre tantos cuerpos, algunos de ellos mucho mayores, habría de quebrantar esa ley? Júpiter, que pesa 338 veces más que el globo terráqueo, obedece con todo a ella. 182

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