Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Cosmografía Llámanse entonces bólidos y piedras meteóricas. Presénta• se a veces una nubecilla oscura en un día sereno, y luego se oyen explosiones como la del cañón, y descienden masas de piedra de la naturaleza que hemos descrito. A veces bólidos enormes, despidiendo humo entre detonaciones rui• <losas, derraman en el cielo una luz tan viva, que ha llegado a percibirse en medio del día bajo el sol ardiente de los tró- picos. Otras veces se ven descender de un cielo enteramen- te despejado, sin nube alguna precursora: así se observó en el grande aerolito que el 16 de setiembre de 1843 cayó .con un estruendo semejante al del rayo en Kleiwenden, no lejos de Mulhouse. Vense también est]jellas volantes pequeñísimas; puntos luminosos, que parecen trazar en el firmamento innumerables líneas fosfóricas. Son más fre- cuentes y de más vivos colores en la zona tórrida ; efecto, sin duda, de la mayor diafanidad del fluido atmosférico. Empiezan a brillar o a inflamarse en alturas en que ya reina un vacío casi absoluto. Pero su elevación es variable, pues se extiende desde 3 hasta 26 miriámetros. Su velocidad llega a ser hasta de 9 millas por segundo. Las mayores piedras meteóricas de que hay noticia, son la de Bahía en el Brasil y la de Otumpa en el Chaco, que tienen de dos a dos y medio metros de largo. 5 Las estrellas volantes son las más veces esporádicas, esto es, raras y solitarias; pero hay ocasiones en que formab en• jambres que atraviesan el cielo, o se las ve caer a millares. Es- tas últimas, que los escritores árabes han comparado con los nublados de langostas, son a menudo periódicas y siguen direcciones paralelas. Las más célebres son las del 12 al 14 de noviembre, y las del 9 al 14 de agosto, que se conocen con el nombre de lágrimas de San Lorenzo; y se notaron la primera vez en Postdam el año 1823, y el de 1832 en toda 160

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