Cosmografía y otros escritos de divulgación científica
Cap. XII. De los aerolitos los elementos que hemos enumerado; porque se sabe que los aerolitos atraviesan regiones del espacio superiores a las más elevadas de la atmósfera; y porque no descienden con lamo- derada velocidad y en la dirección casi perpendicular del granizo, sino en líneas sumamente oblicuas, y con una cele- ridad prodigiosa, comparable a veces a la de la misma tierra en su órbita. Se ha pensado también que podían proceder de las erup- ciones de algún volcán de la luna, que los arrojase a bastante distancia para que atraídos por la tierra girasen alrededor de ella o se precipitasen sobre su superficie. Pero las últimas ob- servaciones telescópicas no han descubierto volcanes actual- mente activos en la luna; aunque parece indudable que han existido y algunos de ellos prodigiosamente grandes y podero- sos. Ni podrían explicarse satisfactoriamente de ese modo la frecuencia y la periodicidad del fenómeno. Estas dos últimas consideraciones se aplican también a los volcanes de la tierra; en que no se ve, por otra parte, bastante fuerza para lanzar masas enormes a tanta distancia. 3 La opinión casi general en el día es la que considera las estrellas volantes como pequeñísimos astros (asteroides), que giran alrededor del sol en gran número con una velocidad planetaria, describiendo secciones cónicas, y obedeciendo, del mismo modo que los planetas y cometas, a las leyes de la gravitación. 4 Cuando llegan a los límites de nuestra atmósfera, se encienden y suelen romperse en fragmentos, que cubier- tos de una corteza negruzca y brillante se precipitan a la tierra en un estado de calefacción más o menos intensa. 159
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