Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Cosmografía aparecimiento es a veces bajo la forma de inciertos bultos, que andan muy poco y arrastran muy pequeña o ninguna cola, y que por grados aceleran su curso, se ensanchan, y despiden una cauda cuyo grandor y brillo aumentan, hasta que (como sucede siempre en tales casos) se acercan al sol, y los perdemos de vista entre sus rayos; pero después emer- gen por el otro lado, apartándose del sol con una veloci- dad al principio rápida, y sucesivamente menor y menor; y entonces es, y no antes, cuando brillan en todo su esplen- dor, y cuando se desenvuelve con más magnificencia su cabellera o cola; indicando así claramente que la acción de los rayos solares es lo que produce esta singular emana- ción. Continuando su receso, su movimiento se retarda; y la cola se desvanece o es absorbida por la masa central, que también se debilita hasta perderse de nuestra vista, acaso para no volver a ella jamás. A no ser por la clave que la teoría de la gravitación suministra a la ciencia, permanecería sin solución el enig- ma de tan caprichosos y al parecer anómalos movimientos. Habiendo demostrado Newton, que un cuerpo que gira alrededor del sol bajo el imperio de aquella ley, puede des- cribir en su órbita cualquiera de las curvas que se conocen con el nombre de secciones cónicas, le ocurrió inmediata- mente que esta proposición general era aplicable a las ór- bitas cometarias; y el gran cometa de 1680, uno de los más notables de que hay memoria por la inmensa longitud de su cauda, y por lo mucho que se acercó al sol (hasta la dis- tancia de una sexta parte del diámetro de aquel luminar) , le proporcionó una excelente ocasión para probar su t\oría. El suceso fue completo. Newton halló que el cometa des- cribía en torno al sol una elipse de que este astro ocupaba un foco; pero una elipse tan excéntrica que no podía dis- tinguirse de una parábola; y en esta órbita las áreas descri- tas alrededor del sol eran, corno en las órbitas planetarias, proporcionales a los tiempos. Desde entonces fue una ver- dad recibida (y las observaciones posteriores la han con- J 52

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