Cosmografía y otros escritos de divulgación científica

Cap. VIII. De la luna una luna de casi 2º de diámetro, ya llena, ya en creciente, ya en menguante, ya del todo oscura; eclipsada a veces, a veces proyectada sobre el disco del sol, eclipsándolo; casi inmóvil en un mismo paraje de la esfera celeste, pasando lentamente las estrellas a su lado y a su espalda, anublada de manchas variables, y fajada de zonas ecuatoriales y trópicas, que corresponden a nuestros vientos constantes; pero sería dudoso que las perpetuas mutaciones de nuestra atmósfera les dejasen discernir claramente los contornos de nuestros continentes, cordilleras y ma_res 1. 1 Mirada con el gran telescopio de lord Ross, se presenta la luna como un globo de plata derretida, percibiéndose distintamente sobre su superficie todos los objetos de una extensión de 90 o 100 me tres. Podría divisarse en ella con facilidad un edificio como el de la. Catedral de Santiago. El aspecto general es como el de una vasta desolación: volcanes apagados, peñascos enormes, al pare,er lanzados por ellos; picos solitarios como el de Tenerife; sierras de grande elevación; simas profundas, cuya boca está cercada de una gran muralla de risccs, que se levantan a diferentes alturas. H ay entre otros, en medio de un laberinto caótico de sierras, picos y redondos montes, un precipicio circular, un vasto cráter, como de SO millas de diámetro, a que se h a puesto el nombre de T'Ycho. El Dr. Nic:.hol, para dar una idea de él , se figura un viajero q'ue, habiendo trepado a la cumbre del Monte Blanco, viese del otro lado un escarpado derrumbadero de 13,000 pies de profundidad, y a la distancia de JO millas de su base, otro horroroso abismo tan hondo, como es elevado el Monte Blanco sobre el nivel del mar. En el fondo, hay varios montes, particularmente uno de 4,000 pies de altura, circunvalado de cinco o seis sierras circulares, concéntricas de casi igual elevación. En torno al gran cráter, teda la superficie cst:í, por decirlo así, claveteada de redondas colinas, que son otros tantos cráteres, todos de menor diá- metro que el Tycho, pero quizás no menos profundos. Lo más notable es que en el centro mismo del Tycho, cuando penetran hasta allí los rayos del sol, se ve un fondo brillante y fuera de la muralla que lo rodea otro espacio de igual esplendor, de que sale una multitud innumerable de líneas vivamente iluminadas, que se esparcen sobre un tercio a lo menos de toda la superficie de la luna. Se cree que estas líneas son grietas q'ue comunican con la gran caverna, y cuyo fondo refleja también vivamente la luz solar; es probable que fueren formadas al mismo tiempo por una terrífica convulsión, que levantó como 4,SOO millas cúbicas de roca, y despedazó en todas direcciones el suelo, y en alguna de ellas h asta la distancia de más de 1,400 millas geográficas. (Foreign Quarlerly R.tview, número 77, enero de 1847) . (NoTA DI! BELLO), '115

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