Los constituyentes de 1925

Los Constituyentes de 1925 "En prueba de ello, puede aducirse un hecho positivo que así lo demuestra. Según el último censo (El Progreso Intelec. tual y Político de Chile", fué editado en 1936), de 1930, el to– tal de la población llegaba a 4.287.445 habitantes, y el total de los hombres a 2.122.709." "Pues bien, en la memoria correspondiente al año 1929, la Dirección del Registro Electoral da testimonio de que los inscritos en todo el país sólo llegaban a 269.562 individuos ma– yores de 21 años de edad, con el requisito de saber leer y escri– bir." "Con perfecta razón, un distinguido publicista (don Da– rio E. Salas, también constituyente), calificaba en 1917 de "pro. blema nacional" el de la primera enseñanza. "Los anteriores guarismos revelan que es \muy escaso el número de ciudadanos para ejercer el derecho de sufragio." "Este es un buen argumento en favor de toda innovación que haga imposible el cohecho. Ya que son tan limitados los ciu– dadanos que votan, sería de desear que lo hicieran con honra. de<L de criterio y no servidos por la pasión del lucro." "La representación corporativa desterraría el vergonzoso espectáculo en que los de arriba corrompen a los de abajo, y aunaría las volunt.ades para colaborax, con indepedencia de juicio, pero con uniformidad de sentimientos, en favor de los intereses generales de la nación." Lo transcrito no deja lugar a dudas de lo que piensa el se– ñor Amunátegui sobre el artículo 25 de nuestra Constitución, como también sobre el artículo 63, inciso primero de esta mis– ma. A su juicio, ni el electorado chileno está cívicamente pre– parado para desempeñar su rol en las contiendas políticas, ni el gobierno hace un uso discreto de su facultad para corregir los paliativos ilegales al sufragio, tales como intervención, co– hecho, presión e intimidación. Cree, además, que la enseñanza, aunque es un correctivo, lo sería sólo a largo plazo, y que la situación actual del mundo y sobre todo del país, no permite dilación para solucionar este mal. Propone, entonces, el sistema de representación gremial o corporativista, pero no al estilo de Italia, sino de üñ modo que armonice mejor con el sistema de vida republicano y de– mocrático de Chile. En todo caso, confiesa que ésta es solamen– te una sugerencia y que estaría dispuesto a aceptar cualquier medio que evitara la representación falsa de la opinión pú– blica en los dos poderes, ya que aunque muy liheral y democrá– tico de ideas, el señor Amunátegui, no acepta el desgobierno de una cantidad cohechada e ignorante, por sobre el gobierno de una monoría consciente y capaz. Es, pues, partidario de la calidad, antes que de la cantidad. Sobre el problema de la enseñanza, piensa que el articulo ) 57 (

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