Los constituyentes de 1925

Seminario de Derecho Público Miguel Cruchaga. Trabajaré para que la separación se haga sobre la base a que Su Eminencia se ha referido." "Entramos en seguida a discurrjr en un ambiente de es– trecha cordialidad. Le propuse a Su Eminencia que para evitar dudas nos pusiéramos de acuerdo en la redacción que traduje– ra el pensamiento de él y el mío. En un papel que yo llevaba en mi cartera, a lápiz, apunté varias fórmulas dentro de las cuales se baria la separación y no hubo ninguna dificultad pa,. ra que nos pusiéramos de acuerdo en una de ellas, que guardé en uno de mis bohiHlos." "-Eminencia, le dije a continuación. le reitero que mi propósito es alcanzar la solución del problema sin disturbios, sin agitaciones y sin movimientos que ouedan ir hasta la per– turbación del orden público; temo. le di.ie , que intereses polí– ticos muy fuertes intervengan y se produzCJ:Ln movimientos y exigencias alrededor del Nuncio Anostólico de Chile. corno ha ocurriilo <>n otras ocasiones. Como Ud. c;abt:> cuawln SP. rliscuti6 en 1874 el Códi~o Penal de mi país v SP había suorimido en el Proyecto el fuero de los <>clesiásticos, para que fueran juzga, <los por los Tribunales Civiles en casJ de delito, h:ibía i:ido &r;en– tarlo por un Cúncordato con Antimelli, Secretario de Estado riel Papa Pio Nono. A nesnr de esto. se iuntaron el Arzobispo de Santiago, el Obispo de La Serena y el de Concepción y lan– zaron excomunión vitanda contra el Presidente de la Repúbli– ca y sus Ministros, contra los Senadores y Diputados que vota. ron la ley y contra los magistrados que a tr avés del tiempo la aplicaren." "El Cardenal no quería cr eerme que esto fuera efectivo y ante mi insistencia de que podría probarle mi asert.o, hubo de decirme: "-No sigamos discutiendo; en este caso, si ocurre lo que Ud. me dice, los excomulgados serán ellos y no Ud." "Me expresó estas palabras con tanta sinmpatía, que vi en ellas la sinceridad de aquel sacerdote, que ya me había im– presionado por su franqueza, talento y bondad." "Fuimos en seguida en busca de don Ramón Subercaseaux, quien vibrante y ansioso, esperaba el resultado de nuestra confe– rencia. Profundamente conmovido el señor Subercaseaux nos fe– licitó cordia'lmente al saber que nos habíamos entendido y yo sentía una honda satisfacción. porque llevaba en mi bolsillo la solución pacífica de un problema: la eliminación del artícu– lo 5° de la Constitución del 33, que tantos dolores y sacrificios ha ocasionado en otros países." "Me vine a Chile con mi papelit.o en el bolsillo sin decir nada a nadie." "Nombrada la Comisión Consultiva que estudiaría las re– formas constitucionales, llamé al Obispo Monseñor Edwards, ) 36 (

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