Los constituyentes de 1925

Seminario de Derecho Público cia. principios difundidos en esos días por los grandes trata– distas e incorporados en las Constituciones de Post-guerra. No insisti en mis ideas, porque consideré que habría sido darle de– masiadas autoridades al Presidente de la República. Me con– formé con poder desterrar de Chile la anarquia e irresponsa– bilidad parlamentaria que sólo se preocupaba de sus clientelas electorales." ' "Otra de las grandes reformas es la relativa a la libertad de conciencia y de cultos, que es consecuencia de la s~paración de la Iglesia y el Estado.'' "En realidad, sobre la forma en que se hizo la separación de la Iglesia y del Estado hay muchas versiones, pero algunas de ellas se apartan de la verdad." "Yo les contaré exactamente cómo se hizo. En mis mensa– jes presidenciales ya había hecho ver la necesidad de esta se– paración. Fui sorprendido en Venecia con la noticia del golpe militar de '23 de Enero de 1925, que me llamaba nu~vamente a reasumir el mando y a continuar desempeñando mis funcio– nes presidenciales. Vacilé mucho. Estaba con mi muiPr y mis dos hi.ios menores, que deseaban aue abandoMra la p"lítica. Por mi parte, no me atrevia a acudir al llamado que se me ha– cía; temia que continuara la situación de Chile, i'ncierta y su– peditada por individuos que sólo se preocupaban de i"ltereses ·ooliticos pequeños, retardando el cambio de Gobiern0 que so– lucionaría nuestra crisis. Por fin, volví a Roma y desde alli puse el telegrama que Uds. conocen, exigiendo principalmente el reconocimiento pleno y amplio de mis facultades constitu– cionl!lles, la reintegración de las fuerzas armadas a sus tareas profesionales y la dictación de una nueva Corstif ución. Mis condiciones fueron aceptadas y llegué a Santiago en Marzo de 1925." "Al reformar la Constitución, a mi juicio, era indispensa– ble ante todo. dar la libertad de conciencia, mediante la sepa– ración de la Iglesia del Estado y la absoluta libertad de cultos para terminar con la laicización de las instituciones del país, ya que teníamos Cementerio laico, Matrimonio y Registro Ci– vil. Faltaba la absoluta y sincera libertad de C'>nciencia y cul– tos, la precedencia del matrimonio civil al religioso y la ley de divorcio." "Comprendia perfectamente que seria una reforma resis– tida y pensé arreglarla directamente con las autoridades del Vaticano. Obtuve una audiencia del Santo Padre, que ~n aque– llos años era Pio XI, a quien le expuse el problema. Se mani– festó de acuerdo con mi idea y me dijo que debería entenderme -:on el Cardenal Secretario de Estado, Monseñor Gasparri." "Sostuvimos con Su Eminencia, una prolongada reunión en casa de don Ra~ón Subercaseaux, Embajador de Chile en llama." ) 34 (

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