Los constituyentes de 1925

Ane~o 3 UN ASPECTO IGNORADO DE: LA CONSTITUCION DE 1925 De F'ano1· Velasco V. Allá por 1921, había quebrado el Banco Popular, que esta– ba instalado en la esquina Norte-Oriente de la calle·Ahumada y de la entonces llamada Alameda de las Delicias, bautizada así por el propio O'Higgins. El edificio ha sido transformado no poco y, donde otrora existiera una señorial entrada de ochavo, que daba acceso a un amplio hall para atención del público, se ven ahora sólo locales menudos, con zapaterías y fuentes de so– da. Perpendicular a la calle Ahumada, y guarnecida con mue– bles magníficos, y una mesa central inmensa, estaba la sala del Consejo del Banco. La quiebra de un Banco es cosa seria, no sólo por el de– sastre económico que ella importa, sino, por las muchísimas complicaciones que trae consigo la liquidación, o sea, el cobro de los créditos y el pago de las deudas. En la del Banco Popu– >ar, se ha había nombrado Síndico a un abogado de reputada nota, el señor Horacio Fabres, a quien se agregó después el abogado don Manuel A. Maira, profesor universitario, y, fi– nalmente, a los abogados jóvenes, señores José Maza Fernán– dez y Arturo Fernández Pradel, que formaron, los tres prime– ros, al menos, la Comisión Liquidadora. Las cosas de la liqui– dación fueron tomando actividad creciente, y pronto llegaron también a prestar sus servicios otros abogados, entre ellos J or– ge y Lucho Aldunate, Jorge Lezaeta Rojas, Manuel Merino Es– quive!, Fanor Velasco V., y un aspirante a abogado, Armando Maza Fernández, a quien como cooperador entusiasta de su hermano José, llamábamos el "Pedestal del Faro". José Maza era el jefe permanente de todos los abogados, contadores y gentes de números que practicaban la liquidación. Los señores Fabres y Maira·se habían reservado, parece, la di– rección muy superior y sólo llegaban por el Banco de vez en cuando. Sin embargo, las veces que llegaban, se formaba inme– diatamente tertulia alrededor de ellos, porque Fabres era un charlador insigne y un glosador cáustico y desenfadado de los acontecimientos nacionales. Don Manuel Maira hablaba siem– pre como si estuviera haciendo clase, medido y metódico en sus conceptos y expresiones. Discutía mucho cuestiones legales de la quiebra con el señor Fabres, quien, dicho sea de paso, hacia ) 297 (

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