Los constituyentes de 1925
Los Constituyentes de 1925 "En consecuencia, impelidos por una ley de la vida, im– pelidos por la necesidad de gober nar, el Preside1ne de la Re– pública y los Ministros, tenían en muchos casos que ceder y aceptar lo licito o ilícito que se les pedía. Porque ante la con– sideración superior de la necesidad de gobernar estaban obli– gados a ceder por consecuencia del régimen, o sea, de la fa– cultad de censura que el parlamento tenia en sus manos." "Y es así, como se ha formado la conciencia nacional de que la intervención del parlamento, o sea, la intervención po– lítica, había invadido el campo de la administración pública en este país, y de que no había ni uno solo de sus rodajes que no fuera movido o influenciado por el interés, o por la pasión política representada por los parlamentarios, por los partidos, que venían a reclama.r su parte en el juego de las institucio– nes." "Este era el daño existente. No quiero insistir sobre el particular, porque esto es algo que está encarnado en la con– ciencia pública, y no hay ciudadano de Chile, que niegue que este mal existía entre noso'tros." "Ahora bien, ¿cuál fué la causa del movimiento r evolu– cionario del 5 de septiembre y cuál fué la causa del movimien– to revolucionario del 23 del enero ? Fué, precisamente, ésta que dejo señalada." "Es menester no olvidar que en todos los hechos huma– nos y en todos los hechos históricos, hay causas sociológicas que los generan y que los producen, y que a veces, parecen fú– tiles e insignificantes. Pero la verdad es que los hechos histó– ricos sólo se producen cuando hay razones sociológicas pro– fundas que los generan y determinan ... " " ... Si los militares que hicieron el movimiento del 5 de septiembre •para derribar el régimen parlamentaxio, hubie– ran tenido después, la idea de hacer la revolución para tm. plantar, por ejemplo, la monarquía en Chile, habrían cometi– do una insensatez y habrían caído derribados por el mismo ambiellte y la atmósfera que los rodeaba; porque ellos no ha·– brían encontrado el amparo de la opinión. Porque es necesa– rio comprender, que por grande que sea la fuerza de las ar – mas, esa fuerza habría tenido que derrumbarse y caer ante el peso de la opinión; ante e1 peso de las fuerzas espirituales, ante el peso de las fuerzas de los hombres que se congregan y que se unen alrededor de grandes, invencibles y nobles idea– les." "· .. Cuando el movimiento revolucionario del 5 de sep– tiembre me tomó entre sus engranajes, y cuando cayer on so– bre mi los escombros del parlamentarismo que se derrumba– b3, consideré que era, una víctima por no haberse hecho a tiempo la evolución, precipitando el desplome, como yo m'is– mo lo habla venido diciendo desde tan'to tiempo atrás. Por- ) 23 (
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