Los constituyentes de 1925

--------- Los Constituyentes de 1925 vedad y tensión que ha de tener la próxima jornada presiden– cial de junio de 1920." "El señor Alessandri se presenta a la arena de aquella contienda electoral, con gestos de apóstol y fervor democráti– co tribunicio, fervor y gestos que desde los días de Balmaceda, desconocieron los otros candidatos a la Presidencia de la Repú– blica, que le habían precedido en tal máxima aspiración." "A diferencia de esos anteriores candidatos, el señor Alessandri llamábase a sí mismo una "amenaza" para todos aquellos que tratarán de oponerse a sus deseos de reno,·ación . "A la inversa del temperamento apasionado del señor Alessandri y de su psicología de ol'ador multitudinar io, su con– tendor en la lucha por el sillón presidencial, don Luis Barrol! Borgoño, es un hombre de ademanes protocola.res. de palabra sin vuelo y un tanto académica. Hecho a las disciplinas de la enseñanza de la historia, su verba tiene algo de las rígidas consecuencias que distinguen. entre varias otras. el pensamien– :to del pedagogo. del otro. más dinámico e intuitivo, pr ooio del hombre de acción. A más de esto, don Luis Barros, miembro prominente ·del Partido Liberal, aparece en escena en los mo– mentos mismos en que las doctrinas de sus convicciones arrai– gadas, principian a hundirse en Pl ocaso de las teorías econ6- mieas que defiende, y en medio del despresti¡do universal." "Frente m las nuevas orientaciones ideoló~icas que han impreso su rumbo eu la conciencia democrática de los chilenos, y que en 1920 alcanzan una altura crítica. don Ar'turo Alessan– dr i Palma, se adelanta. pues. con indudables ventajas. sobre su contendor. en el corazón de las multitudes." "Observador atento de los fenómenos sociales que se de– l-'arrollan en su medio, y buen previsor de los influjos éticos que la revolución rusa va a tener en el mundo, el señor Ales– sandri conviértese en el hombre del momen'to, saltando por so– bre todos los políticos de su época, para hacerse intérprete de esa sed reivindicadora, provocada por el incendio de las aspi – racioríes proletarias, que amenaza envolver en su ola de fue– go a los pueblos del universo entero." "Com, justa razón entonces. Alessandri dice en sus cam– pañas de propag:anda eleccionaria, que anticipa su triunfo "pe– se a quién pese", poroue el éxito no puede rendirse, desde aho– ra en adelante. sino " a los que auscultan las palpitaciones de! alma popular." "¿ E ra sincero el señor Alessandri, en estos sus f er w,res revolucionaraiaos? Nosotros que lo conocemos íntimamente, sabemos que lo era; y el consenso público pr incipia a r econo– cerle, en este sentido, lo que le pertenece." "Vamos, no obstante, a citar el juicio de un ilustre ene– migo político del Sr. Alessandri, por que así nos parece hacer ) 19 (

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