Los constituyentes de 1925

Los Constituyentes de 1925 conveniencias. El Juez no encontró justificados los anteceden tes y ordenó ponerla en libertad. Entonces el jefe de la policta de Londres, pensando que un "policeman" no se puede equivo– car, mandó detener a la señora, la hizo llevar a su oficina y con motivo del interrogator io y de las averiguaciones que se hicie– ron, la tuvo detenida durante dos o tres horas, dejándola des– pués en libertad". "Esta prisión arbitraria sublevó a toda la prem:a de aque– lla ciudad, que, repito, tiene tres o cuatro veces la población de Chile entero. Se olvidó el problema de las reparaciones, se olvi– dó el problema de Egipto, se olvidó el conflicto de la India, se olvidaron todas las cuestiones políticas y económicas, porque por encima de todo había una cosa que se consideraba más sa– grada y más importante: el atropello del habeas corpus, los de– r echos individuales de un ciudadano inglés!" "Yo quisiera que también aquí, por encima de las consi– deraciones políticas del momento, por encima de las simpatias y por sobre las antipatías, hubiera en el Senado de mi patria, u·n gesto análogo al del pueblo inglés, y que sólo se considerara que, en el presente caso, están comprometidas las garantías que la Constitución asegura; aunque rija el estado de sitio, a un ciudadano chileno!!" Otra de las tantas opor tunidades en que ha puesto de ma nifiesto su entusiasta defensa a las garantías que para todo ha– bitante de la República establece la Constiución, fué en la se– sión del Senado, de 11 de Marzo de 1936, donde expresó las ra– zones que tuvo para votar negativamente el proyecto de ley Restrictiva de las Libertades Públicas; discurso cuya versión taqigráfica también ha sido impresa y difundida por todo el país. En él hace una se,·era crítica a la costumbre de entrabar los órganos de publicidad, cuando se teme por la estabilidad del gobierno; indicando que sus efectos son contraproducentes. Así dice en uno de los pasajes de su exposición: "Corresponde entonces examinar que importancia tiene la censura de la prensa. ¿ La incitación a militares o a civiles a una l'é'voluiión se va a hacer, se ha hecho, o se podría hacer _por medio de la prensa sin censura'! No lo creo, y aquí debe estar seguramente la diferencia fundamental de criterio que existe entre los que creen que con esta medida se va a librar al pais de la intra nquilidad de los conatos revolucionarios". · "Tengo la convicción más profunda de que esa medida es absolutamente ineficaz. Hemos tenido censurada a la prensa tantas veces; sabemos lo que son los censores que estiman un deber impedir que se publique todo lo que no sea una alaban– za para los hombres de gobierno. Sin duda. que en el primer momento se produce una especie de tranquilidad para los hom ) 163 (

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