Los constituyentes de 1925

Los ConstiJtuyentes de 1925 Don José Maza, se acercó poco tiempo después el Vicepre– sidente, señor Barros Borgoño, con el mismo propósito, pero, consultado el Ministerio se estimó conveniente dejar el estudio de esas leyes para otra ocasión. En 1928, realizó un interesante viaje por Norteamérica y Europa, representando al Senado en la Conferencia Interparla– mentaria celebrada en Versailes. Dos años más tarde, se le creyó envuelto en la conspiración aereonáutica del 21 de Septiembre de 1930, conocida ya en la historia con el nombre del "Avión Rojo", en que una máquina Focher piloteada por dos aviadores norteamericanos, aterrizó en Playa Negra, cerca de Concepción, trayendo a los revolucio– narios. señores Carlos Vicuña, Marmaduque Grove, Enrique Bravo, Pedro León Ugalde y Luis Salas Romo. Don José Maza, fué detenido ese mismo día 611 Chillán y conducido a Concepción, a pesar de su investidura Je SenadQ:· de la República. Se solicitó su desafuero a la Corte de Concepción, viéndose la causa el 7 de Octubre, la que fué alegada personalmente por el acusado, en una brillante pieza oratoria, íntegramente publica– da en la casi totalidad de los diarios de la época. La Corte le concedió la libertad, pero aceptó la petición de desafuero. En Santiago interpuso los recursos de casación y apelación. de los cuales el primero fué alegado por don Arturo Alessandri Rodríguez en los días 22 y 23 de Octubre y declarado inadmi:1i – ble en conformidad a lo dictaminado por el Fiscal. El día 27, se vió la apelación, donde el señor Maza conc11- rrió a hacer su defensa, ante la expectación pública. En senti– das frases hizo presente al Tribunal que él era la primera víc– tima de una reforma Constitucional a la cual había prestado toda su colaboración como Constiuyente; ya que antes de la re– forma, el desafuero parlamentario lo tramitaban las mismas Cámaras. Al día siguiente, continuó el alegato, el que terminó con in– contenibles aplausos del numeroso público asistente, que se ne– gaba a obedecer las órdenes de silencio impuestas por el Tribu - na!, teniendo que intervenir la fuerza para hacer despejar la sala. En medio de aquel desorden, el señor Maza, protegido l)Or el público que lo aclamaba. pudo abandonar la sala y ser con– ducido a la Legación del Uruguay, donde se encontraba refu– giado, país con el cual. desde su visita como delegado estudian– til que hiciera en 1913, había mantenido cordiales relaciones a través de intelectuales y hombres públicos. Al amparo de este asilo, evitó ser deportado a la Isla de Pascua. Mientras la Corte Suprema confirmaba el fallo de desa– fuero de la Corte de Concepción, don José Maza desaparecía de Santiago y de Chile, por algunos meses, expatriándose volun– tariamente. ) 161 (

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