Heroísmo sin alegría

12 asustados, mis pobres afectos, tus pobres cariños abandonados. Pero lo tremendo es que la muerte es– panta porque confronta lo pequeño con lo inmenso en el tiempo y en el espacio, lomismo que cuando se nace o cuando se quiere, y la fuerza tremenda, ardiendo, para el alma ante la muralla deshabitada, cru– jiendo, sudando, sin testigos, echada sobre sí misma, en actitud de que álguien gol– pee las tinieblas y caigan los destinos¿solu– cionados?, solucionados. Y nunca, nunca se aprende a morir, madre. Generalmente, flamean los cementerios tomismo que grandes perales amarillos, a la entrada de la muerte; en la inmensa me– dianoche del tiempo caen los productos al agua morada y suena el espíritu, en ese te– rrible aspecto ultra-violeta, con lamentos descabellados; semejantes a moscardones ciei1os, los muertos chocan contra el miste– rio. Es entónces cuando se remontan los amores viejos desde la espalda de los finados entumecidos. , Uno se a~acha para nacer y se a~anda para morir, y es enorme el tamaño de los difuntos.

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