Heroísmo sin alegría
62 Toda ley me entristece. Entiendo la libertad como la voluntad de ser libre. Si nos sentimos libres es porque somos libres, afirmémoslo, es porque somos libres. Ahora, la ot.Ta libertad, esa que se pierde, como las monedas, es, como las monedas miserable. Toda ley me entristece. Opongo al individuo contra la colectivi– dad, opongo al individuo, que es lo efectivo' frente a la fórmula, tan vana. Toda ley me entristece ¡Dios mío! Odio a los rebaños académicos, el bom– bero de la derecha y el bombero de la izquier– da. Y odio la ley general, la odio. Acepto la enemistad que rodea y agranda mi estilo. Alharaca de empotados, yo les escupo la cara de zorras viejas, más pasadas a zorra que a vieja; yo les escupo la cara, si– tuado en mi gran moral cardinal; yo les es– cupo la cara y les azoto la cara con mi re– benque de cuero de huaso honorable, "mier– da para ellos", decía Rabelais. Ahora: Dedico un puntapié al cochino que asaltó el diploma y el matrimonio y el parlamento, encaramado en la rima plebeya, al mente-
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