Heroísmo sin alegría

58 ñoras; no tengo tampoco poca; no deseo el laurel de papel de Cupido, el Dios en- . fermo de la vista. Me molesta el héroe del marrueco. También me repugna el marra– no que se abstiene por método, porque el privarse es, siempre, cosa de bueyes... o de frailes. La hipocresía es el único vicio, nó, hay que agregar la cobardía y el orgullo, la única virtud. ¡ Cómo odio al fanfarrón que se cree un hombre porque pega la patada tan fuer– te y más fuerte que el burro; qué bestia tan grosera es; yo echo mano al revólver cuando lo veo hiriendo, escupiendo, ofen– diendo el mesón de las tabernas! ¡Quién fuera verdugo, entónces! El gobernante me parece ¿siempre? un resultado irremediable y apaleable. ¿Quién le dió el gobierno? El pueblo. ¿ El pue– blo? Y ¿cómo puede el pueblo dar, otor– gar lo que no tiene? Así se generan los estados republicanos: por el palo blanco y el Judas que vende la AUTORIDAD, que no posee; así se generan los estados re– publicanos. De la suma abstracta de los ciudadanos sin poder, emana el poder, todo el poder, de la suma abstracta de nada

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