Heroísmo sin alegría
40 gún el sitio que ocupe en la estructura del lenguaje, que es la ley íntima del indivi– duo pujando, sudando hácia la periferia humana. E insistamos afirmando, además, que la palabra PAN no es la misma palabra, aunque fuere la misma palabra, sometida al vocabulario de Píndaro que al vocabu• lario de Job o Salomón, ni la palabra GOZO ni la palabra TORO asumen la libertad ventilada que las informa, moviéndose en el boudoir infeliz de J ean Cocteau. Fué el Anticristo de Basilea quien for• muló la gran doctrina paralela de lo apo– líneo y lo dionisíaco, el Anticristo de Ba~i– lea, aquel que descubrió EL SOFISMA DE CAUSALIDAD ardiendo adentro de las cos– mogonías ce1Tadas, mordiendo la ló~ica inminente, mordiendo la filosofía y la dialéctica, la máquina feroz del silogismo, como una gran carcoma, y aquel que in– ventó el superhombre, observándose. Y ¿qué es lo apolíneo?, y ¿qué es lo dioni– síaco?... Yo lo entiendo así: lo apolíneo es lo ponderado, lo limitado, lo que asume un equilibrio sin premura, lo estático, lo aca– démico, lo eglógico, la regularidad pruden– cial de lo sucesivo, lo que barniza la geogra-
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