Heroísmo sin alegría
37 de nos ju¡¡amos una sola cosa, una sola cosa: la vida, conducta de santos, de ni– ños, de locos, que preside esa gran premu– ra de lo inesperimentado. Todavía, con re– lación a lo anterior, no hay palabras ~an– des ni chicas, nó, nó, nó, no hay palabras grandes ni chicas, feas ni bellas, buenas ni malas, malas sí: las palabras de Judas, el traidor, o de Pablo Neruda. Pero Grullo me asalta y me pregunta: ¿que es belleza?, a ver, ¿que es belleza?... Yo regreso a Platón, y el sensualismo esté– tico del ~an animal de "La Atlántida" se me enrosca a las últimas esperanzas; des– canso en Aristóteles, en Descartes, en Wolf, en Kant, en Taine, en Hartman, en Rus– kin, y el hombre de Estagira y el de Kóenis– berg, todo el hombre de Koenisberg, y el caballo de plata que decía que "el vicio y la virtud eran dos productos co– mo el azúcar y el vitriolo", y la vieja se– vera de Plutarco y Scheleiermacher y Sho– penhauer y Locke y Fichte y Hegel me dan lomismo, o lomismo pedagógico, lo bello y lo feo, la naturaleza, el intelectualismo, la belleza en las cosas, toda la belleza en las cosas; abordo a Plotino, víbora mística, y aquella ~an rana preciosa y los brutos
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