Heroísmo sin alegría
24 compensar, a agrandar su actitud pe– nosa y sudada de compadrazgos tristes, de burgueses tristes, de empleillos tristes, encallecidos y amarillentos, con fuerza, pero con fuerza corrompida por sentimen– talismos desmedidos, desteñidos, arruina– dos sin grandeza, requerían · un idiota decorativo y yo les aporté un poeta desor– bitado. Pero lo horr·endo, lo amargo de– riva, ¿de qué?, de que no lo requerían por vanidad, sino por ansiedad de dominio honorable en las burguesías honestas, por hambre cansada. Así me acostumbré al mediolitro y al chancletazo del ambiente, a la cordillera hambrienta y al arrear bueyes de costum– bres por lo más áspero, por lo más ácido, a la argucia civil de los agricultores apre– miados, al sarcasmo ineludible y a esa historia de lluvias de muertos de la sucie– dad chilena, y así, engendrado comer– ciante lamentable, enarbolé la audacia del artista cosmogónico. Soy castellano-vasco; el C~d e Iñigo de Loyola llevaron a la cintura la vieja bote– lla de cuero de los antepasados. A mi tata– rabuelo le decían don Roca, nó, DON ROCA, porque quebraba las espadas en
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