Heroísmo sin alegría

10 Había la inminencia del artista allí; la había; su clamor animal de incendio. Los potros de Whitman, las rojas leo– nas de Esquilo, los toros de Nietzsche, la bestia egregia, pálidomatemática con ópa– los de Juan de Pátmos, todas las yeguas del lamento galopaban su grande estilo sobre aquella tal presencia oceánica, no estenuando, agrandando el espinazo al fo– rastero. Además, lo barroco, nó, lo gótico, sí, lo gótico, la ebriedad de la ansiedad gótica de lo gótico, como conjunto de espadas o cantos parados, el bosque de agujas, las llamas sufridas de la religio– sidad gótica. Y también, y siempre tro– nando, la borrachera dionisíaca, pero, ay!, descontrolada, despernancada, desaforada, no adentro de lo adentro, nó, abarcando la naturaleza con gestos tremendos, los gestos tremendos, las actitudes rotundas, cerradas, directas, los ademanes exclusi– vos que devienen siempre las adolescen– cias poderosas, que son pesimismo-nihi– lismo afirmativo, como lo negro concre– to. ¿ Romanticismo? Romanticismo, es de– cir tumulto. Por todo aquello, todavía "Los Gemidos"

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