Los primeros planes intercomunales metropolitanos de Chile

51 De esta forma, el núcleo central de la Metrópoli de Santiago y sus satélites residenciales inmediatos, quedaban apoyados sobre cuatro cerros-islas: Renca, San Cristóbal, Chena y Vizcachas, entre la Cordillera de los Andes y la Cordillera de la Costa, sobre una pauta de cuatro ejes hidrográficos de oriente a poniente, todo ello fundamental en el desarrollo histórico de este núcleo poblado desde las épocas preincásicas y prehistóricas, donde se establecieron las siete aldeas que, hace más de 1.000 años, fueron la base de la ciudad de Santiago. En esta interesante estructura geográfica, uno de los más hermosos marcos urbanos entre las grandes ciudades del mundo, se conforma la Metrópoli de Santiago, irradiándose hacia la región y hacia el país, a través de Corredores de Transporte conformados por caminos, carreteras, vías férreas, oleoductos y gaseoductos, redes eléctricas de alta tensión, redes telefónicas, rutas aéreas y marítimas, directas o indirectas, redes de agua potable, redes de aguas servidas, etc., produciéndose a través de la historia, sucesivos umbrales tanto naturales como producidos por el hombre (conventos, "chácaras" de producción hortícola, cementerios, hospitales, industrias, canales, talleres ferroviarios y tranviarios, instalaciones militares, terminales aéreos, rodoviarios y ferroviarios, parques suburbanos, etc.). En el Plan Regulador Intercomunal de Santiago y en la Micro- Región IV-B, el núcleo central de Santiago se irradia hacia el territorio regional y nacional por nuevos Corredores ubicados en las "cuñas verdes", para lograr una comunicación y un transporte más rápido, eficiente y paisajísticamente más logrado, al integrarse rápidamente al área agrícola y rural del entorno. Toda la estructura de los Planes Regionales, Micro-Regionales e Intercomunales existentes o futuros (tanto del Gran Santiago, del Gran Valparaíso, del Gran San Antonio, del Gran Quillota, del Gran San Felipe, del Gran Rancagua, etc.), ha pretendido y debe pretende, recuperar los factores ecológicos del suelo, del agua y del aire, del valioso territorio de la antigua IV Región, donde se inician hacia el norte los Valles Transversales, y hacia el sur el Gran Valle Central, exactamente en el centro longitudinal del territorio nacional, en un clima subtropical templado, con recursos hídricos nivosos y pluviosos (que permiten una gran variedad de producción agrícola todos los años y, aún, varias veces al año). Se trataba, además, de descontaminar la atmósfera con un macro plan de reforestación y una importante descentralización regional de las industrias, sin perjuicio de los métodos físicos y químicos para evitar la producción de gases y polvos tóxicos. Se trataba de expandir la red vial en toda la Región y la Micro-Región, para enriquecer el conocimiento y el uso de todos los rincones de ese territorio, produciendo un gran corredor principal viario y ferroviario, a través del túnel Lo Prado y La Dormida, comunicando en forma expedita y frecuente, los dos núcleos principales de la Región, a saber el Gran Santiago y el Gran Valparaíso. Habiendo constatado la especulación de los suelos urbanos, a través de los promotores de urbanizaciones y ventas, - sector extremadamente dinámico y combativo, dada la alta rentabilidad que estos negocios producen -, y, por otro lado, la pasividad y falta de defensa de los suelos agrícolas, de las áreas verdes, de las áreas forestadas, se pensó en que la autoridad estatal y comunal protegiera estos últimos de la voracidad insaciable de los primeros. Sin medidas de control y protección, en un plazo de 40 años, se destruiría la totalidad del valle. De ello nació la necesidad de controlar y manejar un límite urbano y un límite suburbano no rígidos. Se orientaría los crecimientos en áreas menos nocivas, para la rehabilitación urbana de sectores

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