Los primeros planes intercomunales metropolitanos de Chile

43 enfermos sin tratamiento, mendigos, invalidez, desamparo a la ancianidad); alto grado de degeneración genética (retardo mental, etc.); alto grado de frivolidad, mal gusto y cultivo de los grotesco en el arte; alto grado de deterioro en las relaciones humanas, en el respeto mutuo, en el respeto a la vida, en los derechos del hombre. También en esa época se vislumbraba un gran desafío habitacional frente a las grandes masas de población y su alto crecimiento, especialmente en los aspectos viviendas y áreas urbanizadas; un gran desafío frente al abastecimiento y la especulación de productos de consumo; un gran desafío para dotar la ciudad de equipamiento social y deportivo; un gran desafío frente al transporte de personas y de productos; un gran desafío para afrontar las necesidades de comunicaciones e información, entre otros. Y así, muchas otras expresiones de las grandes ciudades que sobrepasan los límites de lo racional y que deben ser controladas, las que generalmente derivan de la ambición desmedida de aventureros urbanos que buscan la riqueza y el poder por cualquier medio, inclusive destruyendo a los seres humanos y a su medio ambiente, sin sacrificar ni dejar de disfrutar los grandes valores que también irradian de dichas ciudades. En 1952, el censo de población registró, para el Gran Santiago, 1.600.000 habitantes, triplicando la población del año 1920, en un período de 32 años. Analizando este tipo de problemas en diversas ciudades del mundo, se comprobó que nunca tuvo éxito el tratar de impedir el crecimiento de una ciudad, la cual crece hasta su tamaño óptimo con respecto a sus recursos naturales y su emplazamiento estratégico en el espacio geográfico, deteniéndose su crecimiento naturalmente por equilibrio regional, nacional y mundial. Sólo se constató el positivo efecto de orientar la forma de crecimiento y descentralizar la gran ciudad en su propia área de influencia, obteniendo así todas las ventajas de la gran ciudad y evitando la mayor parte de sus problemas, derivados del hacinamiento urbano y de la compactación metropolitana desarticulada y anárquica. Por otra parte, se constató, en un análisis geográfico detallado, la inmensa riqueza natural del valle del Maipo donde se implanta la ciudad de Santiago: Sus ricos suelos, su abundante agua nivosa; su privilegiado clima subtropical, que permite varias cosechas en un mismo año normal; su fabuloso paisaje cordillerano de fondo, y su micropaisaje bucólico, exuberante y fascinante; su cercanía a las hermosas playas del litoral, con más de 300 km. de extensión; su proximidad a los grandes centros de deportes invernales; su fácil acceso a los territorios más ricos y poblados de la República Argentina; su clara ubicación al centro de la larga faja del país y su relación directa con los tres puertos más grandes e importantes de Chile, Ventana, Valparaíso y San Antonio, frente a una rica reserva marina, animal, vegetal y mineral. Su estratégica ubicación en el centro del eje oriente-poniente del Océano Pacífico Sur. Su rica área suburbana rural, con largas tradiciones históricas. Los pintorescos valles de quebradas y esteros, tanto en la Cordillera de los Andes como de la Cordillera de la Costa. La riqueza minera que rodea la ciudad con sus grandes mantos cupríferos, de cal y de áridos. Santiago es además, la encrucijada de grandes corredores de transporte hacia el sur, norte, oriente y poniente, tanto nacionales como internacionales.

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