Los primeros planes intercomunales metropolitanos de Chile

22 Cuando el Planeamiento Territorial y Regional  con "los estudios y soluciones coordinados de los factores sociales, económicos y culturales, con el objetivo de estimular el desarrollo integral del territorio"  empezaba a formar parte de las nuevas herramientas utilizadas por la organización institucional, se esperaba poder emprender la desconcentración del Gran Santiago. Pero dado que muy poco se había realizado para divulgar los problemas económicos, sociales, legislativos y sus consecuencias urbanísticas, se advertía una cierta indiferencia de la población hacia ellos, la que no tenía participación activa en su solución. Se tendrá presente que a fines de la década de 1950 aún no existía un buen plano impreso de Santiago en que aparecieran todas sus calles, y no se contaba con publicaciones regulares propias en materia de Urbanismo 32 . Por otra parte, se criticaba que los organismos universitarios, los servicios estatales, los municipales, y los privados, realizaran una labor de investigación de los problemas urbanos en forma aislada y fragmentaria, presentando resultados parciales muchas veces contradictorios en sus concepciones. Se sabía que no era posible actuar en una parte del conjunto sin afectar al total del mismo. Los problemas de salud de la población urbana y rural se observaban, así, estrechamente vinculados a las posibilidades de contar con los servicios de agua potable, alcantarillado, y el acceso social a la vivienda. Si la escasez de recursos era una limitación, también lo era la obligación de enmarcar las actuaciones en innumerables disposiciones de leyes y reglamentos, ya sea de carácter general u orgánicas de los servicios, muchas veces en franco paralelismo y contradicción. El desfinanciamiento clásico de los municipios era otro de los problemas considerados, que había imposibilitado una posición más activa frente a la realización de obras de urbanismo. La transformación de la ciudad quedaba entregada casi exclusivamente al vecino construyendo su predio, vale decir, entregada al azar del crecimiento vegetativo de la construcción, sin observarse progreso relevante en el ensanche o apertura de calles y espacios verdes públicos. Una mejor utilización del suelo urbano permitiría crear las condiciones para efectuar remodelaciones urbanas, respecto de las cuales se sugería tener presente algunas experiencias extranjeras para integrar a los vecinos de un mismo sector en sociedades o comunidades legalmente establecidas, de este modo, una vez realizada la remodelación, los predios que conformaron transitoriamente una masa común, se dividirían adjudicando nuevos lotes o propiedades equivalentes a los primitivos. Se impulsaba legislar a favor de los municipios locales, a fin de financiar obras de remodelación urbana, recuperando parte de las inversiones que con ese fin se realizaran. En cuanto a las funciones urbanas, se observaba que los abastecimientos de la ciudad estaban cada día más lejos. Inquietaba que nadie se hubiera preocupado de estudiar y definir “científicamente” las áreas de extensión urbana con menos daño a la economía agraria. Faltaban para ello estudios del potencial de los suelos rurales, de su productividad, de sus posibilidades de regadío, fertilización, entre otros. Se observaba que el incremento de la población  más fuerte en las clases sociales con menos recursos  , la reconstrucción de algunas zonas congestionadas, y el proceso de cambio y representación del status social, iban provocando el desplazamiento en horizontal hacia nuevos polígonos que ampliaban la superficie de la ciudad. En el caso del grupo de mayores recursos el desplazamiento desde la zona central y pericentral de los últimos 40 años había sido primero a Ñuñoa, luego a Providencia, posteriormente a Las Condes. Señaló el arquitecto René Urbina en su exposición en el Seminario del Gran Santiago (Urbina, 1957): Es indudable que la disponibilidad creciente de elementos de progreso y comodidad: primero el teléfono, luego el automóvil, posteriormente la radio, el refrigerador, más tarde la televisión y otras maravillas desconocidas aún, van estimulando el aislamiento y alejamiento de los sectores más acomodados, y su independencia de los centros de aprovisionamiento diario. Las ciudades norteamericanas representan el mejor ejemplo de esta tendencia, con su secuela de extensas zonas residenciales suburbanas, los supermercados en pleno campo, los cines y los

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=