Los primeros planes intercomunales metropolitanos de Chile
31-A Estos habitantes desamparados no participan del consumo que activa el comercio, no aportan impuestos ni contribuciones al erario nacional, ni comunal, y, en cambio, requieren ayuda e inversiones de las comunas que los reciben, para resolver los innumerables problemas que los aquejan. La segregación socio-económica-cultural que se ha dado, cada vez con más intensidad en la ciudad de Santiago, nos trae muchas de las serias complicaciones y graves problemas urbanos que hoy nos aquejan cada día con mayor crudeza y que nos empeñamos en disimular como si ellos fueran fenómenos normales, argumentando que en algunos otros lugares del mundo también suceden. Este progreso es altamente negativo y no va en bien de nuestro futuro, ni de nuestro desarrollo. Si no se aborda con urgencia y profundidad, ello representa, de acuerdo a la experiencia que ya tenemos, un grave peligro para nuestro devenir como comunidad nacional. En resumen, y por desgracia, el problema del crecimiento demográfico no depende, en estos casos de las autoridades locales de las Comunas de los sectores involucrados. Las decisiones provienen de otros centros de poder. No existe un crecimiento natural y tradicional del área urbana. La mayor parte del crecimiento proviene de migraciones internas forzadas, de un tipo humano desplazado de características socio-económicas definitivas, sin ninguna posibilidad de disponer de otros componentes de la vida urbana, como son las industrias, los talleres, el esparcimiento, los centros comerciales, las áreas cívicas, etc. Si bien al inicio, hay una oposición a esta sub-urbanización, de parte de los propietarios de tierras agrícolas del sector, ellos son, rápidamente derrotados por el robo y la destrucción causados por estos pobladores sin recursos. Al poco andar, la tentación de obtener buenos precios por esos terrenos rurales, ya improductivos, hacen el resto, y el área es prácticamente abandonada por la agricultura. Así se pierden grandes inversiones, maravillosas instalaciones agrarias, centros de investigaciones, centros de enseñanza, infraestructuras de riego, etc., que quedan atrapadas en este absurdo proceso irracional que va en contra de nuestro bienestar y en contra de nuestra tradición, arrollando al pasar, las buenas intenciones de las autoridades y profesionales locales agobiados frente a la magnitud del desafío que ellos no pueden controlar. Volviendo a nuestra Avenida Santa Rosa, es importante destacar el hecho de que ella es uno de los grandes ejes radiales de la Metrópoli de Santiago. Sin embargo, ella no está "suelta" en el espacio, ella forma parte de esa Red Fundamental Metropolitana, y sobre ella se estructuran tramas secundarias de otras vías importantes que, en escalones sucesivos, van conformando sub-sistemas, hasta llegar a las más pequeñas vías de la ciudad. La capacidad, el servicio, la eficiencia de una avenida urbana, se logra en su mayor parte a través de la integración que ésta tenga con la red básica del sector de la ciudad en que está implantada. La claridad en el origen y en el destino de una avenida, la capacidad y normalización de las encrucijadas con las avenidas transversales principales, la colaboración en el tránsito con las avenidas paralelas, la racional estructuración de los centros de actividad principales y secundarios de la ciudad, la especialización de los tránsitos dentro de su propio perfil transversal y entre el conjunto de vías del sistema, la penetración de la avenida más allá de los límites urbanos y su concurrencia en la irradiación de la Metrópoli a su Región y al país, etc., son algunos de los principales factores que
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