Los primeros planes intercomunales metropolitanos de Chile

141 Región Metropolitana ya era de 6.038.974 habitantes, la cifra de espacios verdes era de 3,3 m 2 /hab. (GORE et al. 2002), con un acceso a los ambientes naturales cada día más restringido, en un contexto en que las facilidades de transporte son mayores. La apertura de espacios privados a la recreación es limitada y produce constantes conflictos en áreas críticas como el piedemonte andino metropolitano privatizado ahora en toda su extensión (GORE et al. 2002). Se advierte que esto será aún más crítico a pesar que las superficies aptas para la recreación llegan a conformar casi el 70% de la superficie regional total que es de 1.534.900 hás. (GORE et al. 2002). De los proyectos específicos que debían derivar de dichos planes, destacan los de vialidad y transporte (Primer Plan de Transporte, 1969, incluyendo el Metro de Santiago). Hubo, respecto de estos, una continuidad que sólo se vio interrumpida cuando el gobierno del Gral. Pinochet detuvo casi toda realización de obras públicas por 10 años a partir de 1975. La realidad de Santiago y su región es poco, o nada, sustentable hoy en muchos aspectos, en un contexto que solo se interesa por el presente, negando el pasado y el futuro, pues desconoce las funciones y limitaciones del recurso espacio que se permite derrochar. Constatamos que, aunque el objetivo de la sustentabilidad no es una novedad reciente para quienes fueron planificadores del espacio urbano-regional chileno del segundo y tercer cuarto del siglo XX, el paso a nuevas y mejores etapas del desarrollo se produce lentamente entre nosotros. Finalmente respecto de espacio público y paisaje concluimos que la confrontación de los datos compilados con las variables escogidas, nos permiten afirmar la validez de las hipótesis enunciadas al comienzo. En el paso de la ciudad tradicional y discreta de Santiago, a la metrópolis, los autores de los proyectos de planificación urbana y regional de 1960-1994 hicieron un esfuerzo evidente por aprovechar los múltiples valores de los recursos naturales del espacio habitable que intervinieron −entre ellos el paisajístico−, coordinándolos con sus proposiciones, y aplicando en ello los más relevantes conceptos recibidos de quienes fueron sus profesores y altos inspiradores. Con sus proyectos señalaron oportunamente el camino hacia la sustentabilidad del desarrollo de los asentamientos humanos y abrieron por varias décadas, un amplio campo de trabajo a los profesionales chilenos de diversas disciplinas. Muchas de sus proposiciones de bien público mantienen su validez hasta el día de hoy, y permiten sustentar proyectos urbanos en el siglo XXI 13 .

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