Los primeros planes intercomunales metropolitanos de Chile

139 todo y la obra humana una parte de ella, y cuando esta domine a la primera habrá error. Cuando la bomba de hidrógeno sea más potente que las fuerzas que mantienen el equilibrio del mundo, este desaparecerá. La naturaleza no debe ser el decorado de la escultura, la arquitectura, la planificación, etc., sino que debe ser el conjunto en el cual estas actividades encuentren campo de expresión. (...) Santiago de Chile es el lugar de nuestro país donde el problema que hemos indicado se presenta con mayor nitidez y es donde encontramos grandes masas de población criminalmente alejadas de la naturaleza". Conclusiones Observamos que para la Región de Santiago de la época  con los asentamientos humanos en torno a las cuencas de los ríos Maipo-Mapocho y Aconcagua  se previó la formación de núcleos urbanos de diversos tamaños y especialidades, distribuidos de acuerdo a corredores de transporte y los recursos naturales de la región, con especial atención a la protección y desarrollo de los recursos agrícolas y a la ecología de la región en valles, montañas, y mares. En el plano correspondiente al Plan Micro-Regional de Santiago, con la desconcentración concentrada de Santiago propuesta  en su mayoría a partir de pueblos existentes  se evitaría disgregar los espacios agrarios y forestales en miles de fragmentos cada vez más pequeños, menos funcionales y más desconectados. La naturaleza regional fue apreciada como un sistema dinámico y no como un escenario pasivo; se tenía conciencia que los servicios ecológicos serían prestados tanto por espacios singulares protegidos como por los sistemas agrarios, los cultivos extensivos de secano, los bosques y los matorrales. A la luz de nuestra lectura del plan antes citado, constatamos que no se trababa en este plan de evitar simplemente que los espacios libres se incorporaran a los procesos de urbanización, ni de someterlos a una protección inmovilizante; se valoró estos espacios para dotarlos de un proyecto ecológico, social y económico propio, como única vía para garantizar su conservación en el largo plazo. Se tuvo conciencia de que el espacio urbano es una parte capital del territorio total, cuya solución no es posible sin una articulación integral urbano-rural. También constatamos el correcto manejo de las escalas en que se trabajó los planos con los diversos proyectos de ordenamiento, dando cuenta de una clara comprensión de que ellas no aportan tanto, o tan sólo, la dimensión de las cosas, como “la naturaleza de los fenómenos”. Con este enfoque, el plano correspondiente al Plan Micro-Regional de Santiago se reveló como una cartografía ambiental, donde no se prescinde del espacio urbano. Por el contrario, este se hace presente, y en él puede verse emergiendo las teselas verdes intercomunales existentes y proyectadas, y una continuidad entre la vialidad y ferrovías existentes y proyectadas en el área rural y aquellas existentes y proyectadas en el área urbana. El mantenimiento de corredores naturales en el interior de la ciudad (conectores ecológicos norte-sur y oriente poniente), y su interconexión con los refugios (teselas verdes urbanas mayores) y los escalones (teselas verdes urbanas menores) de creación humana, y de todos estos, a su vez, con la matriz geográfica, es un aspecto destacado en los Planes coordinados desde 1960, demostrando la temprana aplicación de la ecología del paisaje a la ciudad. Se expresa también los grandes equipamientos existentes y proyectados para el funcionamiento de los ámbitos rurales y urbanos de la región.

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