Los primeros planes intercomunales metropolitanos de Chile
122 Se programó un sistema de satélites distribuidos dentro de la región metropolitana, en radios de 15, 30 y 45 km de distancia del núcleo principal, comprendiendo satélites residenciales, agrícolas, industriales y de recreación, con diversos grados de comunicación y autonomía ( Vid supra Figura 1 ). Estas formas de crecimiento concebidas operando simultánea y coordinadamente a través del tiempo, tuvieron entre otros objetivos con efectos en el paisaje: prevenir la contaminación atmosférica creando núcleos industriales especializados y descentralizados en la región, en algunas de las ciudades satélites referidas; prevenir la especulación del suelo, creando núcleos urbanos con un rol claro, de buen nivel y calidad de vida para aumentar la oferta de terrenos adecuados para todos los estratos, para el comercio, la industria y el esparcimiento dentro de la región; producir un borde especial de transición y contacto entre áreas urbanas y rurales, por la creación de zonas suburbanas. Así, Santiago Intercomunal debió contar en 1979, con una superficie de espacios verdes equivalente, como mínimo, al 7 % del área urbanizada a partir de 1930. Esta superficie de 2.352 Hás., sumada a las existentes 800 Hás., daría en 1979, 3.152 Hás de áreas verdes como Bien Nacional de Uso Público. Esto habría significado casi 8 m2, por cada habitante, representando un 8 % del suelo urbano (Parrochia y Pavez, 1994). En lo referido a espacios públicos viales, se observa que desde la creación, en 1965, de los servicios de Vialidad Urbana y Metro en el M.O.P., y hasta 1975, se construyeron del orden de 80.000 m2 de estaciones de Metro; 100.000 m2 de túneles; 3.500.000 m2 de pavimento, y 3.000 metros lineales de puentes (ancho tipo 7 m.) para la metrópolis de Santiago. Estas obras constituyeron avances sobre los proyectos y anteproyectos desarrollados para efectos de 3.000 Km. de calles y avenidas, y 100 Km. de líneas de Metro, las que quedaron expresadas en más de 50.000 planos (Pavez, 2003). Cabe destacar que al momento de anunciarse la Política de Desarrollo Urbano de 1979, los continuadores de la realización del Plan en las diversas instancias y escalas, no habían logrado sobrepasar las 1.000 Hás. de áreas verdes realmente de uso público mínimamente habilitadas. Santiago sólo contaba en 1979 con un poco más de lo que se tenía en 1930. La Política Nacional de Desarrollo Urbano aplicada desde 1979, cambió la tendencia histórica, con la paulatina pérdida de las medidas de planificación para el ordenamiento territorial, y con un proceso de paulatino deconstructivismo en lo referido al patrimonio de áreas públicas en especial verdes, con el correspondiente impacto en el paisaje urbano y regional. Esto ocurría en Chile, en el momento en que en Europa, a partir de 1980, se iniciaba un trabajo sostenido de recuperación y creación de espacios públicos, tanto para su utilización diurna como nocturna 4 . Esta acción pasó a convertirse en el motor de la rehabilitación de las ciudades europeas. Al presentarse en 1979, la nueva la Política Nacional de Desarrollo Urbano (Gobierno del Gral. A. Pinochet), el urbanista Juan Parrochia Beguin (Parrochia, 1979), coautor de los Planes, señaló: "Ni las autoridades públicas ni los profesionales se interesan realmente por las Áreas Verdes, y ellas no forman parte de sus objetivos para el saneamiento ambiental y, aparentemente, son lujos ajenos a su quehacer o sólo temas de moda para sus charlas, cursos o artículos. El poder privado ve en las Áreas Verdes un impuesto más a sus negocios, y su astucia consiste en esquivarlas. La población no exige a las autoridades, ni a la oferta del
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=