El derecho a la ciudad y la vivienda : Propuestas y desafíos de la realidad actual: XIII Encuentro ULACAV; V Jornada internacional de vivienda social

Para articular estas intervenciones correctamente, y evitar los problemas de exclusión social y guetización (sólo recordar los disturbios en los barrios periféricos de Paris) éstas tienen que ser integrales (urbanismo, vivienda y demás políticas sociales), no segregadoras (promoviendo la cohesión social incluso a escala del edificio), y sensibles a las necesidades de cada fase del proyecto migratorio (por ejemplo alojamientos de emergencia para la llegada, y oferta de vivienda asequible para la consolidación). Pero la política de vivienda española no sólo necesita recursos económicos para atender las necesidades de los inmigrantes; también tiene otros obstáculos que superar. Hablemos claro: no toda la sociedad considera que el inmigrante tenga el derecho a las ayudas públicas, más cuando la política de vivienda en España ha sido tradicionalmente casi inexistente para los propios españoles. De hecho no son tan excepcionales las actitudes locales y vecinales nimby (not in my back yard) que quieren excluir a los inmigrantes del acceso a una vivienda protegida (usualmente con requisitos de empadronamiento inalcanzables) o simplemente no quieren promover ninguna vivienda social en su término para garantizar una homogeneidad excluyente. Y en cierto modo, parte de este temor se ha trasladado al debate político sobre la política de vivienda. Las promesas electorales se centran en las necesidades de la demanda autóctona (principalmente los jóvenes), relegando a un segundo plano (en el mejor de los casos) las necesidades de los inmigrantes, ¿Quizás también porque el inmigrante no puede votar? Hay que ser conscientes que buena parte del futuro de nuestra sociedad pasa por una correcta integración del inmigrante que minimice el riesgo de fractura y conflicto social. Apuntes para un futuro incierto Actualmente todas las proyecciones coinciden en la continuidad de los flujos inmigratorios en los próximos años, sobretodo si queremos mantener una masa de población activa óptima para el crecimiento económico que contrarreste los efectos del envejecimiento demográfico. Pero, ¿Creceremos continua e ilimitadamente? La evolución del mercado inmobiliario y de la economía suelen ir parejas. Históricamente se caracterizan por su carácter cíclico, por la alternancia de periodos de expansión con otros de recesión. En las fases de crecimiento los precios de los activos inmobiliarios suben, el paro y la morosidad se reducen y, por lo general, tanto la actividad constructora como el crecimiento económico aumentan. Por el contrario, la recesión supone un estancamiento (o caída) de los precios de la vivienda y de la actividad inmobiliaria, un aumento del desempleo, y un decremento del crecimiento. Hoy, el crecimiento económico español (cada vez más dependiente del sector de la construcción) parece no tener fin. El mercado inmobiliario empujado por las facilidades financieras y los bajos tipos de interés, a pesar de los numerosos anuncios de un próximo fin de la fase expansiva, aun no muestra síntomas de debilidad, y sigue con unas altísimas tasas de construcción de viviendas y de subida de precios, con el consiguiente empeoramiento de las condiciones de accesibilidad de la demanda. Pero este modelo tiene una vida limitada, y una vez llegado a su fin, puede influir decisivamente en la coyuntura económica. Hoy en día casi nadie habla de crisis, pero si llega ésta, el paro repuntará, y como ha sucedido en otros países el segmento de mano de obra inmigrante será el más castigado por la falta de empleo, y muchos de ellos se desplazaran a otros mercados europeos o simplemente retornaran a sus países de origen. En este contexto, la inmigración pasará de tirar de la demanda de vivienda (actualmente con pesos que oscilan entre el 20 y el 30% del total de demanda) a aumentar el stock en oferta, y por consiguiente, la crisis. No queremos alentar el pesimismo, pero la actual exhuberancia exige prudencia y sobretodo, la reinversión de los crecientes recursos públicos en la ampliación de nuestro débil Estado del Bienestar para poder atender correctamente las necesidades actuales y futuras. Bibliografía ACHOTEGUI, J (2002); La depresión en los inmigrantes. Editorial Mayo. Barcelona. ACHOTEGUI, J (2003); Depresión y ansiedad en el inmigrante. Barcelona. ACTIS, W.; PEREDA, C.; PRADA, M.A. (2002) Inmigración, escuela y mercado de trabajo: una radiografía actualizada. Colectivo IOE. Barcelona. AGUADO, V. CERRILLO A. (2005) Las condiciones de vivienda de los inmigrantes. Ministerio de Administraciones Públicas. ANDALUCIA ACOGE (1999) Propuestas para una política alternativa sobre inmigrantes. Málaga.

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