El derecho a la ciudad y la vivienda : Propuestas y desafíos de la realidad actual: XIII Encuentro ULACAV; V Jornada internacional de vivienda social
económicos como por la incertidumbre del proceso, pero en la fase de consolidación muchas de las dudas ya se han disipado, y el acceso a la propiedad constituye por primera vez una aspiración posible. Sin embargo, por razones económicas, muchas veces esta compra no supone vivir en una vivienda mejor, sino una seguridad de la tenencia en propiedad, y una inversión, además de simbolizar el éxito de su proyecto migratorio después de tantas dificultades. Sin embargo, este proceso de integración no se desarrolla siempre de forma satisfactoria, y en muchos caso, el inmigrante no consigue superar la precariedad de la fase de llegada. Los principales factores de riesgo que se relacionan con el fracaso del proyecto migratorio son: los bajos niveles de estudios, el trabajo por cuenta ajena de forma eventual o temporal, una baja calificación profesional, y la dedicación a determinados sectores, principalmente la agricultura, y en menor media, al servicio doméstico o la construcción. Como decíamos, teóricamente, con el paso del tiempo, el inmigrante tiende a mejorar sus condiciones económicas y legales, y por consiguiente, previsiblemente las residenciales. Pero esta consolidación del proyecto migratorio depende en buena parte de las oportunidades, las cuales como hemos visto varían según la procedencia del individuo. El problema del hacinamiento va disminuyendo progresivamente a medida que el inmigrante lleva más tiempo viviendo en España. Entre los inmigrantes llegados en el mismo año 2001 o cinco años antes, el porcentaje de hacinamiento se reduce unos 12 puntos. Sin embargo, esta mejora se produce básicamente por la mejora de superficie que experimentan los americanos y los europeos no comunitarios, mientras que los asiáticos y los africanos, aun después de cinco anos viviendo en España, apenas disponen de más superficie. Por su parte, con el tiempo, el aumento de las viviendas de inmigrantes en buen estado de conservación es mínimo, casi inapreciable. De hecho, representa un 1% de promedio en un plazo de cinco años para la totalidad de inmigrantes, y en el mejor de los casos, roza el 2% para los africanos y los americanos. En cuanto a la disponibilidad de servicio o aseo, los africanos, los más afectados por esta problemática, al cabo de cinco años de estancia en España consiguen reducir su incidencia de un 6,7% a un 4,6%. Sin embargo, aun así, con el 4,6% es el colectivo con más problemas por éste déficit de todos los analizados con independencia del año de llegada, hecho que pone de relieve las dificultades que tiene el colectivo africano de mejorar sus condiciones residenciales. Igualmente, con el tiempo la proporción de inmigrantes que acceden a la propiedad crece paulatinamente, pero con una intensidad variable. Nuevamente, los africanos son el colectivo que tiene más dificultades para acceder a la propiedad después de cinco años de estancia, mientras que en el otro extremo, los americanos y los europeos no comunitarios son los que tienen más facilidad para acceder a la propiedad, reduciéndose en más de 20 puntos el porcentaje de alquiler entre ellos. En resumen, el africano es el colectivo que con el transcurso del tiempo tiene más dificultades para mejorar sus condiciones residenciales, mientras que un gran porcentaje de los europeos no comunitarios y los americanos, en un periodo relativamente corto de tiempo (unos 5 años) consiguen acceder a una vivienda en mejores condiciones. Ante el alcance y la duración de las situaciones de hacinamiento y precariedad, no extraña la expansión del denominado síndrome de Ulises 1 en muchos inmigrantes. Este trastorno tiene su origen en la persistencia de un estrés intenso generado principalmente por las dificultades legales, laborales y residenciales que les obliga a una lucha constante por la simple supervivencia, por saber donde comer y donde dormir. 1 Depresiones, cefaleas, ansiedad, baja autoestima, sentimiento de soledad y fracaso, o el insomnio son algunos de los síntomas más característicos. Ligado a este síndrome, diferentes estudios (ver Martinez 1999, p.18) relacionan el hacinamiento con la anomia, también una especie de estrés.
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