El derecho a la ciudad y la vivienda : Propuestas y desafíos de la realidad actual: XIII Encuentro ULACAV; V Jornada internacional de vivienda social
ensanchamiento de los pasos, etc.), obras de reforma y modernización de determinadas piezas (usualmente, baños y cocinas), obras para mejorar las instalaciones obsoletas o inexistentes, obras de rehabilitación del inmueble según sus deficiencias (problemas de antigüedad, de estado de conservación, de estructura, etc.) o ayudas económicas directas para el pago de las cuotas de alquiler o de la hipoteca. Cuando la acción pública se orienta hacia un nuevo alojamiento del anciano, las soluciones pueden ser varias. pero, en cualquier caso, para que sean consideradas política de vivienda, entendemos que el anciano no puede llegar a perder su independencia ya que, entonces, estaríamos hablando de institucionalización, hecho que claramente marca el fin de la política de vivienda y el nivel máximo de atención sociosanitaria hacia la tercera edad. De hecho, también somos conscientes de que en la mayoría de las formas de alojamiento "independiente" de las personas mayores, las principales diferencias se dan por el diferente grado de incorporación de recursos asistenciales y de formas de vida alternativa que, indudablemente, van recortando paulatinamente la completa independencia del anciano, pero sin anularla completamente. De entre las formas de alojamiento en el ámbito de la política de vivienda, el máximo grado de independencia viene representado por la vivienda social, cuando este tipo de vivienda -promovida directamente por la Administración- únicamente recoge el hecho de que el usuario tenga 65 años o más en el programa funcional de la vivienda, es decir, en su distribución, sin que se incorporen recursos asistencial, comunitario o sanitario algunos. En cambio, cuando esas viviendas incorporan algún recurso adicional específico para las personas mayores, tendríamos que hablar de viviendas asistidas, tuteladas o con servicios. Según definición, las viviendas tuteladas consisten en un conjunto de viviendas reducidas o completas, con estancias de uso común que ofrecen un servicio de acogida alternativo a las personas mayores autónomas con el objetivo de dotarlas de una vivienda adecuada y practicable, y que pueden ofrecer servicios como lavandería, higiene de la vivienda u otros para facilitar la completa autonomía del anciano. Como señala Guillemard (1992, p. 37), la vivienda tutelada o asistida es la estructura de alojamiento colectivo menos coercitiva y la que brinda mayor grado de libertad individual porque aquí /as personas de edad avanzada se consideran inquilinos que pueden elegir libremente los diferentes se,vicios (ayudas domésticas y de enfermería, comedor, restaurantes, animación, etc.) que les propone la estructura de que se trata; por lo que /a persona de edad avanzada debe encontrarse en un estado físico y psíquico satisfactorio. Por ello, el grado de ayuda y cuidados es variable en función del planteamiento inicial y de las necesidades de los ocupantes, aunque se parta de la autonomía del anciano. Con una mayor reducción de la independencia del anciano que en los casos anteriores, básicamente encontramos tres formas de alojamiento que, según los principios expuestos, se sitúan en el citado umbral de la politica de vivienda. Nos referimos a los pisos compartidos o pequeñas unidades de vida, las familias de acogida y las alternativas de convivencia intergeneracional. Ahora, la privacidad e independencia del anciano están mucho más limitadas, y en buena parte dependen de las pautas que rijan la vida pseudocomunitaria y de la evolución de la discapacidad o dependencia de los más mayores. A menudo, esas opciones de alojamiento son soluciones temporales para poder ofrecer una respuesta adecuada, fuera de la institucionalización, a necesidades de atención muy concretas o temporales; o, al contrario, son la última etapa de la vida independiente del mayor antes de su institucionalización obligada por el empeoramiento de sus condiciones. UNA PERSPECTIVA INTERNACIONAL DE LA POLÍTICA DE VIVIENDA PARA LAS PERSONAS MAYORES La incidencia del problema de la vivienda en las personas mayores no es exclusiva de Cataluña, pero sí, en cierta medida, el abandono en que se encuentra ese colectivo en el marco de la política de vivienda llevada a cabo. El grave déficit de ayudas sorprende con la poca difusión que tiene esta realidad, una realidad que, según varios autores, se debe a la mudez social que rodea a las necesidades de la vejez. Por suerte, si ampliamos el horizonte de estudio al contexto europeo, no sólo encontraremos el unánime reconocimiento de las precarias condiciones residenciales de parte de nuestros ancianos, sino que también podremos ver que, a raíz de ésas, se han elaborado políticas de vivienda especificas para resolverlas. Asi, en un breve análisis de las políticas de vivienda aplicadas en varios países de nuestro entorno más próximo, resulta muy ilustrativo ver que, en 1993, los Países Bajos, Suecia, el Reino
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