El derecho a la ciudad y la vivienda : Propuestas y desafíos de la realidad actual: XIII Encuentro ULACAV; V Jornada internacional de vivienda social

mayores un esfuerzo imposible para sus economías, especialmente desproporcionado si hablamos de hogares unipersonales o con pensiones de viudedad. LAS PRINCIPALES DEFICIENCIAS QUE AFECTAN A LA PERSONAS MAYORES El problema de la vivienda entre las personas mayores es una cuestión que afecta principalmente a las mujeres -por la feminización de la vejez y de la pobreza- y a los más mayores, los ancianos y ancianas de 80 años y más, ya que, a medida que aumenta la edad, las condiciones residenciales empeoran, los recursos económicos disminuyen y las limitaciones físicas aumentan. Estos dos rasgos característicos del problema -feminización y sobreenvejecimiento- también se observan en los mayores que viven solos, por lo que el problema de la vivienda también se relaciona directamente con los hogares unipersonales de ancianos. Por tanto, desgraciadamente, cuanto mayores son las necesidades de los viejos, menor es la posibilidad que la vivienda donde viven sea adecuada para su situación física, económica y asistencial. El problema de la vivienda en las personas mayores adopta varias formas que, básicamente, se pueden estructurar en cinco grupos: los problemas de accesibilidad y movilidad, las infraviviendas, la inadaptación de las viviendas, los problemas vinculados al régimen de alquiler -las dificultades económicas para su pago- y las situaciones de aislamiento, por las características de la vivienda. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estas formas del problema tienden a manifestarse simultáneamente, de modo que lo más usual es sufrir al menos dos o tres de estos problemas a la vez. Estadísticamente, las dificultades que encuentra las personas mayores para desplazarse dentro de su vivienda, o, incluso, para poder llegar a la calle, es el problema cuantitativamente más importante que sufren los mayores de 64 años. Hay que recordar que, en Cataluña, más del 60% de los ancianos no dispone de ascensor en el edificio donde vive, y más del 75% habita en edificaciones no accesibles, mientras un tercio de los mayores tiene alguna discapacidad - y en un 65% de los casos la discapacidad limita sus posibilidades de desplazarse fuera del hogar-. En términos absolutos, del poco más de un millón de ancianos catalanes, unos 130.000 tendrían una movilidad reducida y vivirían en edificaciones sin ascensor, cifra que llegaría a los 170.000 mayores si nos referimos a construcciones no accesibles. Por otro lado, otro problema que afecta a muchos mayores es la inadecuación interior de muchas de sus viviendas. Nos referimos a aquéllas que presentan inconvenientes puntuales en el interior que pueden corregirse con unas reformas y que, a pesar de que dificultan el desarrollo de las tareas diarias, no suponen un impedimento tan grande que obligue a calificar la situación de infravivienda. En el caso de las personas mayores, esta inadaptación se da principalmente en el baño, la cocina, en aspectos dimensionales, y en la falta de determinadas instalaciones, como la de agua caliente, calefacción, teléfono, etc. Si el anciano necesita andador, silla de ruedas u otro tipo de ayuda complementaria, es muy probable que en su vivienda se tengan que hacer reformas para adecuar los pasos y las zonas de trabajo de cocina y baños. Igualmente, tampoco es demasiado extraño que el anciano no disponga de lavabo (un 1,5% de los mayores, es decir, más de 16.000 personas) o que no tenga agua caliente (aproximadamente un 7% de las personas mayores), calefacción u otros equipamientos. Desde otra óptica, y sin tener en cuenta los sin techo, la manifestación más grave del problema de la vivienda entre las personas mayores son los llamados casos de infravivienda, es decir, aquellas viviendas que son extremadamente inadecuadas para vivir en ellas, ya sea por su estado de conservación, deficiencias constructivas, falta de instalaciones básicas u otros factores que impidan su habitabilidad. Aunque es la problemática con menor alcance entre las personas mayores, son bastante preocupantes los más de 8.600 ancianos (un 0,86%) que viven en Cataluña en edificios considerados ruinosos, o, en materia de instalaciones, los más de 6.600 catalanes mayores de 64 años (0,6%) que no tienen agua corriente o alcantarillado, o ambas cosas, en su casa. Dentro del conjunto de problemas que afectan a la vivienda de las personas mayores, el alquiler y su problemática específica de los contratos de renta antigua merecen una especial atención. Según datos del año 2001, alrededor de 120.000 ancianos tenían contratos de alquiler anteriores a 1985, y, por tanto, sujetos a prórroga forzosa. Desafortunadamente, no sabemos el número exacto de contratos de personas mayores que se han acogido a la actualización de renta prevista en la disposición transitoria segunda de la Ley de Arrendamientos de 1994 -o a la alternativa de congelar

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