El derecho a la ciudad y la vivienda : Propuestas y desafíos de la realidad actual: XIII Encuentro ULACAV; V Jornada internacional de vivienda social
Este subsistema vincula y potencia las unidades domésticas populares y sus organizaciones, hallando su sentido en la reproducción ampliada de la vida de las mayorías populares. Estos subsistemas de articulación social son los que constituyen las denominadas redes de subsistencia. Las mismas se asientan en la adquisición y manutención del capital social o comunitario acumulado, como estrategia de sostenimiento frente a la escasez de otro tipo de capitales. La conservación y cuidado de dichas redes (cuidado de niños, préstamos entre vecinos, subalquileres de espacios, trueque, etc.) facilitan la sostenibilidad social de un determinado proyecto y/o programa ya que permiten mantener activa las redes de contención social desarrolladas. Consideraciones finales. La conceptualización de un determinado problema (en este caso el socio-habitacional o urbano de nuestras ciudades) implica necesariamente, una toma de posición que condiciona el modo de acción consecuente a llevar a cabo. La instancia evaluativa, como parte constitutiva del proceso natural de todo proyecto o programa, se desprende también de ese modo elegido, adoptando pautas determinadas que lo refuerzan o bien que lo cuestionan. "La vivienda, o mejor dicho, la estructura residencial forma parte privilegiada de la organización social, y no puede ser analizada al margen de la misma. No es una mercancía que se pone en el mercado (...) La vivienda es una realidad que debe comprenderse en su integración social" (ALCALÁ, 1995). La vivienda, concebida como una totalidad (PEZEU- MASSABAU, 1988) queda entonces integrada como realidad constitutiva de cada organización social. Ante esta visión superadora y bajo el nuevo paradigma del desarrollo integral (el cual se sustenta en el "capital humano", y concibe al problema de la pobreza no ya desde un criterio economista o capitalista de falta de bienes materiales, sino como exclusión y falta de opción o acceso a cuotas de poder e inserción social ante situaciones adversas que el ser humano considera como necesidades), se promueve una nueva forma de la gestión habitacional y urbana de nuestras ciudades, que permite incorporar principios y criterios de sostenibilidad social como los aquí desarrollados. La viabilidad de la aplicación de los mismos, presenta la exigencia de procesos de reformas, tendencialmente democratizadoras que garanticen la participación y la descentralización del poder, así como cambios a nivel socio-cultural e institucional. A su vez implican reformas políticas que reduzcan las redes asistenciales focalizadas y clientelares, estableciendo además la condición de que, para que los sectores populares puedan obtener un lugar en la sociedad actual, deben ir ganando autonomía material y cultural que le permita autosostenerse y auto desarrollarse. Ahora bien, el tiempo de concreción de este tipo de alternativas, que incluye poner en pie condiciones de derecho no es corto. La distancia que separan las experiencias concretas hoy existentes a nivel micro y su posible proyección a lo macro es inmensa, y los caminos no están aún consolidados. Sólo existen embriones de una posible nueva época, que ofrecen un nuevo punto de vista desde el cual la realidad toma dimensiones diferentes. Mientras tanto, de lo que se trata es de facilitar aquel tipo de prácticas y estrategias que vayan decantando, a través del aprendizaje reflexivo, nuevas pautas de comportamiento más eficaces y eficientes para la conformación de nuevos mecanismos de acceso a la ciudad. Es, de todas formas, importante valorizar el aporte que otorgan estas nuevas elaboraciones de principios y criterios bajo la perspectiva de la sostenibilidad social y el derecho a la ciudad: se constituyen en oportunidades frente a la crisis, en alternativas viables y revisiones {algunas más profundas que otras) de los paradigmas dogmatizados, devolviendo en cierta medida esperanza a nuestros horizontes urbanos. Como lo ha expresado Marina Waisman, amplia conocedora de nuestra realidad latinoamericana, "la constatación de la destrucción de un orden que nos ha sostenido durante largo tiempo puede concluir a la desesperanza o bien puede despertar la urgencia por crear un orden diferente que nos permita orientar nuestro camino en un continente agobiado por necesidades vitales insatisfechas, en el que los espacios vacíos y los grupos humanos claman por proyectos que le den sentido, en el que el contraste entre el deseo, la invención y la posibilidad adquieren tan a menudo caracteres dramáticos, ¿puede haber lugar para la desesperanza?. Una exigencia ética profunda nos impulsa a la búsqueda de ese nuevo sentido, al Ponencia V Jamada Internacional de Vivienda Social - Mgtr. Arq. Daniela Gargantini- Arq. Joaquín Peralta 9
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